El público mallorquín, incondicional de la Feria de Sevilla, disfrutó con el buen ambiente que reinó en las nueve casetas instaladas en el recinto de Son Rossinyol. Grupos de amigos y familias enteras pudieron demostrar su arte bailando por rumbas, sevillanas y pasodobles, además de degustar ricos platos de fritura andaluza, jamón, croquetas, todo bien regado con fino, rebujito o refrescos.
En la caseta de la Casa de Andalucía, a medianoche del pasado sábado, se cantó la Salve rociera en honor a la Real Hermandad del Rocío, que partía para Almonte.