El cuarto encierro de los Sanfermines, con toros de la ganadería sevillana de Miura, ha sido rápido y limpio, haciendo así gala de su fama de nobles, en un día que al ser festivo reúne a un multitudinario número de corredores.
Habituales por esta razón en las calles de Pamplona los domingos de San Fermín, los de Miura, uno de ellos con 695 kilos, han dejado a numerosos contusionados pero al parecer, ninguno de gravedad, en los dos minutos y cuarto que ha durado su paso.
Puntuales con el sonido de las campanas de San Cernin, el cohete ha dado inicio al encierro a las ocho de la mañana con la salida de los toros de los corrales de Santo Domingo, con la manada hermanada y veloz desde los primeros instantes.
Agrupados han hecho los primeros metros del encierro, en los que ya uno de los bureles ha ganado terreno para situarse a la cabeza junto a dos cabestros, posición que ha logrado también otro miura a lo largo de la cuesta de Santo Domingo para entrar en la plaza del Ayuntamiento abriendo ambos la manada.
La velocidad de la carrera ha provocado varias caídas de mozos aunque los toros han seguido su camino sin hacer por los corredores, tampoco en la plaza del Ayuntamiento donde la manada ha comenzado a estirarse.
En Mercaderes, con un toro adelantado, se han visto algunas bonitas carreras que se han interrumpido al llegar a la curva con Estafeta, donde varios de los astados han resbalado aunque sin llegar a caer al húmedo suelo.
Sin embargo sí que ha sido suficiente para que la torada se estirara y quedara dispuesta con tres de Miura a la cabeza que ya no han perdido esta posición.
La calle Estafeta se ha corrido a gran velocidad, por lo que los mozos sólo han podido lucirse junto a las astas apenas unos segundos.
Varios corredores caídos en el pavimento y algunos pequeños montones han creado los momentos más tensos cuando algunos mozos han sido arrollados y otros pisados por la manada.
Sin perder la gran velocidad los toros han pasado por el tramo de Telefónica con los tres miuras abriendo el grupo, otros dos unos metros más atrás y el sexto algo más descolgado, pero todos ellos sin prestar atención a los mozos.
Agrupados aunque estirados han pasado por el callejón y entrado a la plaza de toros, donde se han dirigido sin problemas todos ellos a chiqueros salvo el último, que por dos veces se ha vuelto sobre sus pasos y ha obligado a los dobladores a emplearse por reconducirlo