Comienza el verdadero veraneo de los que sentimos el privilegio de vivir aquí si no todo el año al menos gran parte de él. Los verdaderos señores somos aquellos que tenemos la bendición de poder disfrutar del septiembre mallorquín, el mes que acaba de comenzar y que nos llevará por nuevas rutas que solo los que conocen de verdad esta tierra bendita son capaces de disfrutar. Siguen las fiestas y fiestones de verano, en septiembre, octubre y también noviembre, porque tenemos el tiempo, no les hablo del meteorológico, de nuestra parte, aunque este final de agosto ha puesto el listón muy alto con un chupinazo final que nos ha dejado boquiabiertos a todos. ¡Qué disfrute y qué alegría ver que el mundo sigue rodando camino de la excelencia! En Mallorca, lo bueno siempre sucede en el mar y bajo los pinos que lo rodean, y en ese lugar mágico desde el que les hablaba la semana pasada comenzamos esta primera crónica de septiembre, un mes hecho para nacer de nuevo a la vida placentera con un simple trampó, y bajo los pinos. Adoro todo lo que voy a contarles.
Cena
Un año más, Álvaro Marañón, conde de Retamoso, y Mercedes de Valenzuela nos recibieron en su casa de verano de la Costa de los Pinos, una casa privilegiada y como les he contado muchas veces una de mis favoritas, por sus anfitriones, y también por su maravillosa arquitectura y situación, bajo los pinos centenarios y junto al mar más bello del mundo, el nuestro. La casa fue construida hace ya muchos años por el padre de Álvaro, hijo del legendario e insigne doctor don Gregorio Marañón, uno de los hombres más importantes que ha dado la historia de España. Sus nietos no le van a la zaga porque tanto Álvaro como su hermano, el actual marques de Marañón, Gregorio Marañón y Bertrán de Lis, es presidente del Teatro Real y de la Fundación Ortega-Marañón, entre otros cargos que he de dejar de contarles para centrarme en nuestros protagonistas, dos pilares de la sociedad española y europea, lo que significa internacional, que han tenido la suerte de nacer en familias donde la educación, el saber estar y el disfrute de las cosas buenas de la vida son valorados hasta la excelencia.
Álvaro, hombre importante, se rodea de personas que tienen siempre algo que decir, y a mi entender algo que enseñar a los demás, y todo porque escucha con atención y avidez. Lo más increíble es que pese a su vasta cultura y su interesante vida social, cultural y profesional, tan destacada como la de su hermano mayor y que ya les he contado en otras ocasiones, jamás acapara una conversación, al contrario, deja que sus invitados hablemos y hablemos, opinemos de esto y lo otro, hasta que es el momento de relajadamente soltar la frase justa que nos pone a todos en el sitio adecuado, el de la moderación.
Así es la vida y así son las veladas en Ca’n Marañón, elegantes, relajadas y pobladas de mentes brillantes y divertidas. La casa, es la casa, y punto. Sigue conservando el sabor de las que se dedicaban a los veraneos de toda la vida. Tiene solera, y Mallorca entra entre sus piedras para colocarse en cada uno de sus rincones, incluso el más entrañable de todos, el despacho, de aspecto señorial, y vuelvo con la palabra, relajado. Nada invita al estrés al que nos obliga la ordinaria vida de hoy, que a diferencia de nuestra Isla no penetra en esas paredes por ninguna de sus cuidadas y vetustas grietas, imperceptibles, inmutables al paso del tiempo. A ese brillo y a esa categoría que solo poseen algunos desde la herencia bien cuidada, contribuye sin duda la elegancia y el saber hacer de Mercedes de Valenzuela, que es pura magia, pura alegría, y un saber recibir innato.
En la cena de la pasada semana pudimos comprobarlo una vez más. En la velada no hubo un pero, pues se sumó la luna para iluminar el mar y sombrear los pinos que se lanzan sobre el jardín para proteger la escena. Reunieron a destacados personajes de la sociedad española, dignos todos de ser nombrados y marcados en negrita, pero no hay espacio suficiente para ello, miren detenidamente las fotos y deléitense como yo lo hago escribiendo esta crónica para ustedes. Nobleza, empresarios de alto nivel, artistas de la vida y su vecina de toda la vida, la gran Ágatha Ruiz de la Prada, XIII marquesa de Castelldosríus, con grandeza de España, y XVIX baronesa de Santa Pau, que iluminó la noche luciendo una de sus creaciones más bellas. También vistió de Ágatha María Salom, más joven que nunca con el flúor sobre sus espaldas. Dejo de dar nombres que quedaré fatal con todas las demás señoras, y no es plan, La cena que se sirvió resultó deliciosa, tanto la que recibimos en mesa como los postres que, como todos los años, se distribuyeron cual bodegón perfecto sobre la mesa del comedor familiar. En fin, esto se lo seguiré contando más adelante, que no he hecho más que empezar.
Acabo dando las gracias tanto a Álvaro como a Mercedes por recibirnos tan bonito, año tras año, sin dejar que el tiempo pase, haciendo que se detenga en las buenas costumbres de toda la vida, que lo crean o no son cultura, nuestro patrimonio ancestral que deberíamos valorar más que a nada ni a nadie pues proviene de siglos. Me gusta cuando el tiempo no lo marcan las horas, me gusta mucho. Fíjense, cuando nació la duquesa Cayetana de Alba, estaban en palacio acompañando al padre primerizo de la que iba a ser heredera de la gran casa española, ni más ni menos que Ortega y Gasset y Gregorio Marañon. Hoy su descendiente Marañón, Sofía Palazuelo Barroso, es la futura duquesa de Alba, como si los hados se hubieran puesto de acuerdo esa noche casi centenaria en la que todavía reinaba Alfonso XIII, para premiar la lealtad y la historia familiar. Casi nada. No puedo parar, lo siento, es historia de España con nombres y apellidos.