Ha sido una semana variada en cuanto a eventos reales. El rey Felipe VI ha marcado el tono una vez más en positivo frente a la negatividad que han impuesto nuestros políticos, los que conforman el Gobierno. En mi opinión es poco instructivo, y en sociedad el peor de los signos, negar públicamente el saludo a alguien. Sánchez no saludó a Feijóo durante el bicentenario de la Policía Nacional, que sí saluda en casos similares y como marca el protocolo a los políticos que fueron asesinos de sus familias y compañeros durante decenas de años, y además les protegen.
Eso es amor a la Patria y respeto por el ser humano, el mismo que demostró don Felipe por la ingeniera química guatemalteca Susana Arrechea y la química argentina Yarivith González Peña, ganadoras del Premio Internacional 2024 de la Fundación Princesa de Girona en las categorías de Crea Empresa e Investigación, ‘Conexión talento iberoamericano' presidida por el nuestro elegante Rey.
También demostró su maestría diplomática en su intervención en el V Foro Internacional de Expansión en la que destacó que «En un mundo cada vez más frágil no cabe otra alternativa a la actuación conjunta», pues vamos buenos pienso yo, y también que «seguimos encontrándonos con retos globales que requieren soluciones globales», pero pidió que esas respuestas se aborden también «localmente», con «mirada amplia pero eficaz en lo cercano». ¿Los políticos le escuchan cuando hacen de sus problemas personales problemas de Estado ridículos?
Lo más emocionante en mi fue la ceremonia en honor a la Policía Nacional, la que da su vida por España, y no dice tonterías. En ella pudimos ver a la Reina luciendo un impecable traje blanco creado por Victoria Beckham, otra señora estupenda que tampoco dice tonterías, y si las dice son inteligentes. La diseñadora declaró que su musa era nuestra reina. Olé.
Sorprendieron una vez más los zapatos de Letizia, deportivos y planísimos, y me temo que ortopédicos debido a su problema dolorosísimo tras la rotura de la falange proximal del dedo central del pie derecho tras golpearse contra una mesa. Eso es ser una Reina de verdad, estar siempre divina incluso en zapatillas, y ella lo estaba.