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Una copa en el Tennis Club

Un brindis de verano que reunió a la 'crème de la crème' de la sociedad internacional y patria

Dana y Mikel de ses Rotes con un miembro de su equipo. | Esteban Mercer

| Palma |

Me hace ilusión que la primera de las fotos que abren estas crónicas sea de mi querida Elena Baquera, una de las señoras de vida más apasionante que la ciudad nos ha regalado y a la que conocemos desde hace ya muchos años. Elena es magnífica, una madame Bovary contemporánea que a diferencia del personaje creado por Gustave Flaubert, es capaz de rehacerse como hacen las mujeres de hoy, con la cabeza alta y el corazón y la belleza intactos. Elena está más bella que nunca y en su cara brilla una luz nunca antes intuida por mí.

Adoro a las personas como ella, capaces de fortalecerse airosamente convirtiendo su vida en una prolongación del glamour con el que nacieron y que un día explotaron para pasear su belleza por el mundo con dignidad y orgullo. La Elena de hoy es la representación de la mujer de hoy, valiente, independiente, luchadora y, a pesar del tiempo, con la piel tersa y lustrosa por la higiene del alma. El encuentro sucedió en el Palma Sport&Tennis Club durante la celebración de un brindis de verano que reunió en sus terrazas a la crème de la crème de la sociedad internacional y patria que habita esta Isla bendecida por los dioses.

El anfitrión Mikael Landström estuvo perfecto atendiendo a sus invitados mientras disfrutaban de un vino servido a la perfección y con una sonrisa. A la fiesta se sumó La Vinoteca de Juan Luis Pérez de Eulate, otro ser extraordinario de los que marcan época. Fue él quien me presentó durante una cena en torno a los vinos a Carlos Falcó, marqués de Griñón, y padre de la maravillosa Tamara Falcó, la nueva marquesa, que por cierto está en capilla, algo que a su padre le llenaría de orgullo. Recuerdo cómo Carlos, en una de las visitas a El Rincón, donde festejará su boda Tamara, y mientras me mostraba su dormitorio, también me enseñaba las notitas que su hija le iba dejando escritas por la habitación.

Mensajes de amor filial, bromas cargadas de cariño que me demostraban que tras esa imagen dispersa que entonces ofrecía la futura marquesa había mucho más y que la sorpresa llegaría en el momento más inesperado. Ya ha llegado, tanto que se ha convertido en una de las celebridades, de las que trabajan duro, porque hacer un programa de televisión como La marquesa exige un esfuerzo brutal, y lo digo por experiencia propia, pues hago algo parecido en televisión y hay que tener ganas y mucha energía para sacarlos adelante. Una boba no lo hace, un bobo tampoco. Hala, dicho está y dicho queda. ¡Soy fan de Tamara!

En fin, vuelvo a lo mío con los pies en Mallorca y les cuento que a la cita tampoco faltó Natalia Rigo, cónsul de Suecia, país natal de su madre. Acudió acompañada de su esposo, el abogado con el que comparte despacho Manolo Montis, uno de los señores más divertidos y elegantes de la Isla de los dioses. En realidad toda la familia de Montis me parece lo más de esta ciudad. Aportan estando, que no es poco. Como mi adorada Ilona Novackova, lesionada pero bella como nunca. Tiene un mérito esa mujer, pero creo que ya se lo he contado en otras ocasiones y no he de ponerme pesado con mis amores.

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