Es más que un festival de cine al uso. Se trata de un acontecimiento que año tras año ha ido superándose a sí mismo atrayendo a un segmento de población amplísimo que comulga con el buen cine, con lo que representa y, como dijo el mismo Jaume en la ceremonia inaugural en La Misericòrdia, hasta los topes, incluso para el cine que nos aburre, porque tenemos que aprender a aburrirnos.
El laisser passer le temps delante de una imagen, como la que ilustra el cartel de este año, obra de Pep Girbent, es una apología del movimiento detenido en el tiempo. Actuó la cantante y compositora María Rodes y nos dejó con ganas de más al escuchar sus versiones de copla, o sus composiciones que juegan con la jota hasta llevarnos a todos a mover brazos y piernas en un movimiento mallorquín imposible pero cierto. ¡Todavía nos cortamos!
La siguió el estreno de El ventre del mar de Agustí Villaronga, la gran competencia de Pedro Almodóvar para los Oscar venideros, porque es una obra maestra del cine contemporáneo, rodada en plena pandemia con pocos recursos y con la implicación extenuante incluso de sus propios amigos.
Abre el film la imagen de Juanan Horrach interpretando a un juez; ciertamente digo que con el rostro y el gesto de su cuerpo dice todo lo que ha de decir. Su salida de la sala es monumental.
Todos, absolutamente todos los actores están magistrales, elegidos por Katyna Penyafort, la madre vida que lucha en un espacio creado por Susy Gómez, directora creativa, que es consciente de que ha dado un paso más, de gigante en su carera de artista. La pintura de Gericault La balsa de la Medusa, un icono del romanticismo francés que se expone en el Museo del Louvre apareció dando la clave, junto a otras imágenes contemporáneas, del drama humanitario que trata la película.
Villaronga la lleva al cine en un poema desesperante que muestra cómo somos a través de la interpretación de Roger Casamajor y Óscar Kapoya, los dos grandes protagonistas. Una maravilla que se cierra hoy con la fiesta más importante del año. Gracias, Jaume Ripoll por traernos el amor al cine a casa con tanto glamour. Ja era hora!