Acabo con una de las cenas tradicionales del verano mallorquín más elegantes y divertidas que es la que ofrecen cada año a sus amigos Alvaro Marañón, conde de Retamoso, y Mercedes de Valenzuela en su casa de Costa de los Pinos, una de las pioneras de este lugar emblemático del saber vivir en Mallorca.
Alvaro y Mercedes reciben como pocos saben hacerlo, con la naturalidad propia de los que están acostumbrados a hacerlo pero cuidando todos los detalles, desde la distribución y decoración de las mesas al menú que se elije y que siempre es de una calidad excepcional.
No hay nada más bonito que cenar bajo los pinos pegados al mar, con el sonido de la olas acercándose a las rocas suavemente. Tras la cena el anfitrión quiso tener unas palabras
de cariño para Rafael Ansón y su esposa, que este año no pudieron estar presentes. Se
les echó de menos.
En esta casa de la que les hablo todo es bonito, incluso los invitados con los que siempre es un placer charlar, y bailar. No hay lugar más cool en el mundo, se lo aseguro que de eso sé más de lo que algunos creen. Fin de fiesta.