El antiguo testigo protegido 29 del ‘caso Cursach’ afronta una petición de 58 años y seis meses de cárcel por la campaña de acoso y hostigamiento con más de 60 denuncias falsas que terminó con el ingreso en prisión de tres ciudadanos rumanos. La acusación particular que representa a la víctima acusa al antiguo camarero de Tito’s de aprovechar el «estatus procesal privilegiado» que la dieron el juez Manuel Penalva y el fiscal Miguel Ángel Subirán para utilizar la causa penal como un «instrumento de venganza y poder». Según el relato de la acusación, durante más de dos años, entre 2016 y 2018 el entonces testigo, Daniel Corral, simuló lesiones para presentarse como una víctima y atacar sin descanso a los afectados.
Según la acusación, Corral empleó el parte médico de un accidente de tráfico y lo hizo pasar como el resultado de la agresión de unos supuestos sicarios en el aparcamiento de su casa. Ese episodio fue asumido por el juez y el fiscal con «confianza ciega» y sin controles suficientes y desembocó en una condena de tres años de cárcel. Los informes policiales apuntan a que, cuando llamó al 091 por esa agresión, en realidad estaba a tres kilómetros de distancia de su domicilio. En otra ocasión denunció otra agresión por parte de sicarios y que le habían roto un diente: fue una extracción por una caries según un informe médico. Incluso afirmó que, en otro episodio, esos sicarios le habían quemado con un hierro candente. Se descartó esa agresión por lo leve de las lesiones que presentaba, apenas una rojez, cuando un ataque así le habría desfigurado por completo.
En total, Corral compareció en sesenta ocasiones diferentes en el juzgado de Instrucción y en policía y en esos dos años llamó en 134 ocasiones al 091 y otro elevado número de veces a la Policía Local. El detonante de su venganza, de acuerdo con la acusación fue un conflicto con una de las víctimas con la que había vivido en el mismo domicilio. Años antes había hecho lo mismo con otras personas a las que acosó pero, el respaldo que obtuvo como testigo protegido en el ‘caso Cursach’ le llevó a multiplicar su actividad. En el año 2016 se iniciaron algunas actividades de acoso pero los hechos más graves se produjeron después de marzo de 2017. Fue cuando se presentó en el juzgado, poco después del arresto del empresario Bartolomé Cursach. Durante meses llegó a tener escolta policial sin que nunca se detectaran episodios. Tras la aparición de los whatsApp del juez Penalva y el fiscal Subirán con los agentes del Grupo de Blanqueo se inició una investigación sobre las actividades del testigo que pusieron sobre la mesa las mentiras del 29.
La acusación particular reclama la condena del antiguo testigo por ocho delitos diferentes, entre ellos los más graves, cinco detenciones ilegales por provocar de forma consciente con sus denuncias y pruebas falsas las detenciones de los dos ciudadanos rumanos, uno de ellos en tres episodios diferentes y que pasaran, en uno de los casos 200 días en prisión preventiva. En una situación similar están otros testigos de la causa, como ‘El Ico’ que afronta una petición de cárcel de 52 años también por provocar ingresos en prisión. Mientras, el juez Penalva y el fiscal Subirán esperan que el Supremo resuelva los recursos contra la sentencia del TSJIB que les impuso a cada uno de ellos nueve años de cárcel.
La imagen de la justicia ⚖️ pasará por limpiar de denuncias falsas los casos y sentenciar cada una de ellas a las mismas penas que suponían al inocente sus denuncias falsas. Por otro lado sin la complicidad del juez y fiscal nada hubiera podido pasar con esas denuncias falsas y sin embargo todavía no han ingresado en la cárcel a pesar de sus graves condenas y quedando claro los daños cuantiosos a la imagen de decencia y veracidad de una columna fundamental de la sociedad que es la justicia ⚖️👨⚖️