Lo que estaba siendo una boda de ensueño, celebrada en una imponente finca privada de Porreres, acabó empañada tras producirse una serie de robos de objetos de valor y tarjetas de crédito de los allí presentes. No se libraron ni los novios ni tampoco los suegros. El sospechoso había estado en el recinto. Y la gran mayoría había tratado, en mayor o menor medida, con él. El cocinero era el ladrón.
Los hechos, según explican a este diario fuentes judiciales, tuvieron lugar el pasado sábado 19 de octubre. Al concluir el evento se acumularon las denuncias ante el cuartel de la Benemérita por varias sustracciones a distintas personas. Los agentes iniciaron la investigación, que finalizó dos días después, pero a unos cuantos kilómetros: en Calvià. El ladrón tenía fijada su residencia en el municipio de Ponent y también allí había hecho estragos.
La Guardia Civil de Calvià arrestó dos días después del episodio de la boda a un delincuente que llevaba semanas haciendo de las suyas por el municipio, concretamente en hoteles de Palmanova y Magaluf. Se hospedaba como cliente y aprovechaba esa tesitura para entrar en las habitaciones y robar todo lo que podía. También había asaltado varias casas en los núcleos de Santa Ponça y Costa de la Calma.
En el registro de su vivienda los agentes hallaron, además de los sustraído en los hoteles, los objetos denunciados como robados en la boda de Porreres. La mayoría fueron entregados a sus legítimos propietarios. Los investigadores descubrieron poco después que el sospechoso había estado trabajando allí de cocinero contratado por una empresa de catering. El juez de guardia lo envió a prisión.