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SU DÍA A DÍA

Así vivía en Taiwán Salvador Llinás, el prófugo obsesionado con su rastro digital

De cómo el mallorquín acusado de una estafa millonaria con coches de alquiler empezó una nueva vida en Taipei

Malavida, el restaurante que montó en Taipei el mallorquín detenido.

| Palma |

En Taiwán se despiertan, día sí y otro también, pendientes de su vecino chino. Más concretamente de si el dragón asiático decide invadirlos o no, porque todos saben que es sólo cuestión de tiempo. Es un tema recurrente de conversación entre los taiwaneses, así que la llegada de nuevos residentes pasa más o menos desapercibida. Esto es lo que ocurrió en 2018 cuando Salvador Llinàs Oñate, el supuesto estafador mallorquín, buscó refugio en Taipei, la capital. Con su esposa y sus dos hijos pequeños. Empezaba, de esta manera, una nueva vida para el empresario acusado de saquear las arcas Autoclick, el rent a car con sede en Palma que llegó a tener una flota de 20.000 coches.

Siempre emprendedor, y a pesar de que los acreedores sostenían que había huido con cinco millones de euros, Salvador Llinàs no perdió el tiempo en la isla rebelde, antes conocida como Formosa. Montó una empresa de venta online de vino con su mujer y abrió un restaurante en el distrito de Da'an, en la capital. Lo bautizó como 'Malavida', que es precisamente la que él llevaba, y algunas de las críticas que aún se pueden leer en internet no eran muy favorables: «La comida es mediocre».

Cuentan que su obsesión era borrar su rastro digital, tan copioso desde su sonada huida de Mallorca. Tampoco la espantada de su padre, por otra estafa, ayudaba mucho. Durante la pandemia, con el cierre de locales y negocios, sus vecinos temían que se arruinara. Incluso le compadecían. No sabían nada del fraude de 50 millones de los coches de alquiler.

Los investigadores creen que Salvador Llinàs eligió Taiwán porque, en 2018, España y aquel país del sudeste asiático mantenían una relación tensa por motivos políticos y no había tratado de extradición. No había, pues, un rincón mejor para esconderse. En Taipei, el mallorquín, que siempre ha sido muy discreto, trató de pasar lo más desapercibido posible. Era consciente de que una simple visita a Google podría comprometerle.

En los últimos meses, sin embargo, parece ser que comenzó a desvelarse quién era en realidad Salvador Llinàs. Y el boca a boca, entre la comunidad española de Taipei, fue implacable. La estocada final se la dio un periódico de Roma, que hace unos días publicó que se escondía en Taiwán, su refugio en los últimos seis años.

Fue entonces cuando las autoridades de aquel país le invitaron a marcharse. Y acabó detenido en Alemania. Por cierto, el restaurante que había montado en Da'an era de comida italiana, lo cual le venía como anillo al dedo. Dado su extenso currículum de estafas, podemos concluir que a Salvador siempre le ha gustado mucho la pasta.

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