El 22 de junio de 2013, en el número 1 de la calle Mestral, a la entrada de Porto Cristo, una puñalada en el corazón dejó malherido a Gabriel Gaillard Cabrer, un ciudadano de origen suizo de 52 años. Horas después, la víctima fallecía en el hospital de Manacor. Un hombre que le había alquilado una habitación fue detenido y después condenado por el crimen, pero nunca quedó demasiado claro el móvil. Esta es la crónica de un homicidio que se saldó con una condena de 11 años de cárcel por la confesión del asesino.
Gabriel, según explicaron sus vecinos, vivía en aquella casa con su madre, que falleció un año antes del crimen. Fue entonces cuando el propietario decidió alquilar una de las habitaciones, presumiblemente para obtener un beneficio económico extra. El inquilino elegido fue José A.L., un español de 55 años. La casa se encontraba en pésimas condiciones higiénicas.
En la tarde de aquel día de junio, los acontecimientos se precipitaron en el inmueble de la calle Mestral. Gabriel había consumido bebidas alcohólicas y ciertas sustancias, y estaba recostado en el sofá. De repente, recibió una puñalada en el pecho, asestada con un cuchillo jamonero de grandes dimensiones. Quedó malherido, pero todavía tuvo fuerzas suficientes para poder llamar a los servicios de emergencias.
"Me han apuñalado", acertó a contar la víctima. Su compañero de piso confesó a un vecino que había sido él el agresor. No explicó los motivos. Luego, se sentó en el sofá, encendió un pitillo y miró la televisión. Una actitud muy extraña para una persona que acaba de asestar una puñalada mortal de necesidad a otra.
Los primeros en llegar fueron los agentes de la Unidad Territorial de Costas (UTC) de la Policía Local de Porto Cristo, que detuvieron al sospechoso. Luego, se hizo cargo de la investigación el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional. El herido fue evacuado con máxima urgencia al hospital de Manacor, donde se debatió entre la vida y la muerte hasta la medianoche, cuando falleció.
Los investigadores no hallaron un móvil económico y el detenido ingresó en la cárcel de Palma, donde permaneció hasta que se abrió juicio contra él, en la Audiencia de Palma, en mayo de 2015, dos años después del crimen. Inicialmente pedían para José una condena de 17 años por un delito de asesinato con alevosía, pero su confesión lo cambió todo. Se barajó la posibilidad de que la pelea entre ambos se iniciara por un asunto de índole sexual, pero tampoco se confirmó ese extremo.
El jurado popular lo declaró culpable de un delito de homicidio y el agresor, en su turno de última palabra, se mostró apesadumbrado: "Estoy arrepentido y quiero pedir perdón a la familia". Luego, le impusieron una pena de 11 años de cárcel. Sin embargo, a los investigadores siempre les quedó una duda: ¿Por qué mató al hombre que le había abierto las puertas de su casa?