Todo ocurrió el domingo, aunque no trascendió hasta el día siguiente, a las nueve y media de la mañana. A esa hora, los vecinos de la calle Estació, en Lloseta, contactaron con la Policía Local. Habían detectado un intenso olor a humo en una casa del número 19, donde vivían una anciana y su hija, que arrastraba algunos problemas mentales.
La Guardia Civil fue informada de la inquietante situación y hasta ese domicilio se desplazaron agentes del cuartel, que comprobaron que la puerta de acceso a la vivienda estaba cerrada desde el interior. Lo más llamativo, con todo, es que había restos de hollín que se habían colado por debajo de la puerta, lo que indicaba que se había producido un incendio en el interior.
Los funcionarios, alarmados ante la posibilidad de que a las dos mujeres que vivían en la casa les hubiera ocurrido algo, consiguieron entrar en la vivienda. Fue entonces cuando comprobaron que se había producido un fuego en el interior, que se apagó porque las ventanas estaban cerradas. En una de las habitaciones, a la derecha de la vivienda, aparecieron los dos cuerpos sin vida.
Muy cerca, había otras tantas bombonas de butano, que habían sido manipuladas. También se encontró un dibujo de Joana, la hija, de 44 años. Su madre, Maria, tenía 85 y con su pensión vivían las dos. La mujer más joven no trabajaba porque sufría algunos problemas psicológicos. Inicialmente, los investigadores pensaron que se trataba de un doble suicidio. Sin embargo, la autopsia descartó esta posibilidad.
El examen forense practicado horas después determinó que Maria, la madre, había fallecido de muerte natural y que su hija, en cambio, se había quitado de vida de forma voluntaria, después de descubrir que la anciana había fallecido. Los vecinos, días después de la tragedia, todavía están consternados: "¡Qué final más triste han tenido!".