La imagen es tristemente ochentera. Un grupo de toxicómanos, temblorosos, se reúnen en las galerías de la Plaça Major de Palma y se inyectan una dosis de heroína en el cuello. No es un episodio aislado. De un tiempo a esta parte, el 'caballo' ha renacido con fuerza en la capital balear, donde a finales de los años 80 y principios de los 90 campaba a sus anchas, especialmente en el barrio chino y en la Porta de Sant Antoni.
La confirmación de que la heroína ha vuelto a las calles de Palma está en el poblado gitano de Son Banya, donde el polvo blanco vuelve a estar bien posicionado. Un mando policial consultado explicó que en los últimos años había sido relegada por la cocaína, pastillas y, sobre todo, por la marihuana y el hachís, cuyo consumo están muy extendido. Sin embargo, de un tiempo a esta parte la heroína, en su modalidad fumada o inyectada, ha irrumpido en el mercado negro.
Vecinos de la Plaça Major cuentan que a cualquier hora del día los toxicómanos de los alrededores de la calle Sindicato se reúnen en el sótano, lejos de las miradas de curiosos. Muchos lo hacen en pareja. El motivo es que uno inyecta al otro la dosis en el cuello. Las jeringuillas, en muchas ocasiones, son arrojadas al suelo, con el consiguiente riesgo que supone.
La adicción al 'caballo' tiene consecuencias devastadoras para el cuerpo. De ahí que estos últimos meses, cuando la presencia de heroinómanos en las inmediaciones de la Plaza Major es notable, muchos residentes veteranos de la zona rememoran los años en los que una generación de toxicómanos fue arrasada por la droga. Una legión de fantasmas que ahora está volviendo.