La Audiencia de Palma ha confirmado la absolución de un hombre acusado de matar a su perra arrastrándola varios kilómetros con el coche en Porreres. La Fiscalía recurrió la sentencia al considerar que era imposible que el acusado no fuera consciente de que estaba arrastrando al animal si él mismo lo ató al cuello a la parte trasera de su vehículo y arrancó conduciendo varios kilómetros. El error, según el Ministerio Público, radicaba en que la jueza daba por buena la versión del hombre de que no tuvo conciencia sobre sus propios actos.
El recurso de la Fiscalía hacía hincapié en el vídeo que grabó un testigo mientras lo perseguía a lo largo de más de un kilómetro tocando el claxon de su vehículo para advertirle de lo que estaba ocurriendo. Un tribunal de la Sección Primera indica, tras visionar las imágenes, que la actitud del acusado cuando baja del coche es compatible con que no supiera que estaba arrastrando a la perra.
«No es extraño que se tarde un tiempo en reaccionar cuando una persona está concentrada conduciendo, máxime cuando llevaba tres perros detrás de un vehículo de no muy grandes dimensiones, que se movían con el consiguiente lógico ruido de forma que no se percatara de que era él a quien se avisaba».
«No consta que tuviera la intención de dejar morir al can o que fuera consciente que, de no hospitalizarlo, podía suponer su muerte», señaló la jueza en la sentencia a la que tuvo acceso Última Hora. La Fiscalía reclamaba una condena de un año y cinco meses de cárcel para el enjuciado, que fue defendido por el abogado Toni Vidal.
Los hechos se remontan a las 9.00 horas del 12 de octubre de 2021. La sentencia recoge que el propietario del animal, un podenco ibicenco llamado Llesta, lo ató del cuello a la parte trasera de su coche Renault R4TL e inició la marcha por la carretera MA-5030 y durante varios kilómetros la perra fue arrastrada por el asfalto, provocándole numerosas dermoabrasiones de diferente tamaño por todo el cuerpo. «No consta acreditado que la intención del acusado fuera la de acabar con la vida del can», señaló la magistrada del juzgado de lo Penal número 6 de Palma.
El procesado fue seguido durante aproximadamente un kilómetro por otro conductor que, al ver cómo el can era arrastrado, le siguió advirtiéndole de lo que estaba ocurriendo. El acusado detuvo el vehículo y cogió a la perra en brazos y la lanzó al interior del maletero. A consecuencia de estos hechos el animal sufrió aproximadamente quince dermoabrasiones de varios tamaños en multitud de regiones de su cuerpo. La infección y la necrosis derivada de las dermoabrasiones se expandió y la perra sufrió un colapso pulmonar que le provocó la muerte el 27 de octubre de ese año.
«Lo que es claro y evidente, a pesar de que lo correcto, según el informe de la necropsia, hubiera sido acudir a un hospital, es que no podemos concluir, como se pretende por la acusación, que la intención del acusado fuera la de dejar morir al animal o no seguir las recomendaciones del veterinario, puesto que sí lo hizo. Y no consta que el veterinario de confianza del acusado, persona experta en la atención y cuidado del animal, le hubiera advertido de la necesidad de hospitalizarlo, tratándose de una sugerencia o recomendación», concluye la jueza.