Phillip Heidinga vivió, este domingo, un día especialmente agitado, con sentimientos cruzados sobre la vida de su abuelo, Michael Jeffrey, fallecido en el accidente de Nantes a los 41 años de edad. Instalado en Mallorca, Jeffrey viajaba a menudo a Londres por trabajo. Philipp no supo nada del accidente hasta hace un par de años. Su abuela se lo había escondido «por vergüenza, ya que no estaban casados». Después de años de búsqueda en vano, con su abuela enferma, este británico que ahora vive en Holanda, se lo pidió una vez más y ella, por fin, le contó su historia. Semanas después de la confesión, murió.
Phillip tomó el sábado en Le Planche el único autobús diario (no circula en domingo) que llega a la pequeña localidad agrícola desde Nantes, para conocer donde murió su abuelo. Su madre (holandesa) estaba segura de que nadie se acordaría ya de la tragedia. Se encontró por azar al entonces alcalde del pueblo quien le explicó, con dificultad ya que no sabe inglés y Phillip desconoce el francés, los actos de la conmemoración para el domingo y le propuso que se uniera a la comitiva española que partía en autocar desde Nantes.
Así lo hizo este domingo, a primer hora de la mañana. La sorpresa fue mayúscula al encontrarse tanta gente, desde el embajador español a la recepción por parte de la banda de Le Planche, los honores del cuerpo de bomberos, la misa que se ofició en una iglesia totalmente llena, una ofrenda floral oficial y a cerca de 2.000 habitantes implicados en el homenaje.