Hace unos días, encontré una carta cerrada sobre el ordenador de mi mesa en la redacción del periódico. El remitente era Sebastián López Alemany, conocido popularmente como ‘el Kamikaze' de Andratx. Recuerdo haber escrito varios artículos sobre él y sus peripecias delictivas. La más sonada, sin duda alguna, la que protagonizó el pasado día 9 de septiembre de 2021 con una espectacular fuga policial que arrancó en Son Ferriol y finalizó en Andratx.
A los mandos de un Fiat de alquiler y bajo los efectos de todo tipo de drogas, Sebastián puso en grave peligro su vida y la de los demás usuarios de la vía. «Recuerdo que a la altura de Génova pusieron una barrera policial y no dudé en seguir la marcha. Un vehículo policial colisionó conmigo pero no consiguió detenerme», apunta en su escrito. Más de 20 vehículos de la Policía Nacional, Guardia Civil y las policías locales de Palma, Calvià y Andratx participaron en la persecución del kamikaze y posterior detención. «A la altura de Santa Ponça, en la misma curva del molino, me encontré otra barrera policial. No tenía intención de parar y haciendo caso omiso a las indicaciones me fuí directo a por ellos. Los agentes detectaron mi acción y desmontaron la barrera. Estaba ‘apoderado' como el diablo con la droga». Ahora, actualmente en prisión y próximo a su libertad, «quiero pedir perdón».
Lo hace habiendo superado el tratamiento de desintoxicación apoyado en los técnicos de tratamiento del centro penitenciario. «Con total abstinecia, con 81.300 kilogramos muy fornido de machacarme en el gimnasio y con buenos proyectos futuros y próximo a mi libertad, quiero manifestar que siento vergüenza por lo que hice, rabia y dolor hacía mi persona por los daños ocasionados, pero mucho más, por todo aquello que pude haber causado», añade en su misiva. Sebastián no se cansa de pedir disculpas a lo largo de las nueve hojas escritas de puño y letra que me remite desde prisión.
«Cuando me excarcelen prometo darles una entrevista y que todo el mundo sepa de primera mano que no se puede huir de la justicia y mucho menos poner el riesgo la vida de las personas», concluye.