«Policía, policía. Ha entrado en mi finca de Llubí un grupo de ladrones armados con pistolas, cuchillos y escopetas. Hemos escuchado explosiones y sale mucho humo». Pasadas las ocho de la mañana, la central de emergencias del 112 recibía ese aviso. Rápidamente, los equipos policiales entraban en acción. En esta ocasión, se trataba de un simulacro enmarcado dentro de una jornada formativa en el que participaron agentes de la Guardia Civil, Policía Nacional, policías locales y un vigilante de seguridad armado. Todos ellos tuvieron que enfrentarse a numerosos supuestos prácticos de alta intensidad y realismo. Explosiones, bombas de humo, numerosos extras (exmilitares) que ejercían de delincuentes y supuestas víctimas, etc. Para ello, los participantes fueron provistos de réplicas de sus armas oficiales, tanto pistolas como escopetas policiales. Armamento de airsoft que disparaba bolas biodegradables hechas de varios tipos de resina respetuosas con el medio ambiente.
Durante el curso, dirigido por David Amaya, instructor, exmilitar de elite y exmiembro de las Fuerzas Especiales, los alumnos fueron sometidos a todo tipo de pruebas. Asaltos de viviendas con rehenes, casas okupadas, secuestros e incluso una entrada al poblado de Son Banya con ataques de armas de fuego. El curso operativo de tácticas policiales y cuidados tácticos de emergencias se realizó en las instalaciones de una gran possessió ubicada en el término municipal de Llubí. El jefe de la Policía Local del municipio, Diego Amor, estuvo presente destacando el trabajo formativo realizado por sus compañeros y la organización.
Finalmente, tras más de ocho horas de formación, los agentes realizaron una puesta en común del trabajo destacando la unión y compañerismo entre los diferentes cuerpos y estamentos participantes. El curso contó con la organización del Sindicato Unificado de Policía (SUP), la Unión de Guardias Civiviles y la empresa Método Táctico. «Ha sido un éxito y tenemos previsto ofertar nuevas entregas cada dos meses. Esta vez también hemos contado con la participación, además de nuestros compañeros, de un vigilante armado de Grupo Kaizen y de varios policías locales. La colaboración entre cuerpos es básica y seguiremos colaborando con todos ellos», comenta Manuel Pavón, portavoz del SUP.