Beatriu, la mujer acusada de matar a su marido que tenía una enfermedad degenerativa para quedarse con su pensión, ha admitido este viernes en el juicio que lo mató ese día porque él se lo pidió y que finalmente lo estranguló con un cordón porque ni la medicación que le había dado ni el gas de la botella de butano que había empleado hicieron efecto. «Yo no quería que muriera así, no tenía que haber muerto así, pero tuve que hacerlo para terminar pronto», ha declarado. Por estos hechos, sucedidos el 1 de diciembre de 2019 en Godelleta (Valencia), el fiscal ha mantenido su petición de prisión permanente revisable para la acusada, mientras que la defensa ha cambiado solicitud inicial de absolución a dos años de prisión por un delito de auxilio al suicidio y no admite la responsabilidad civil. El lunes se entregará al jurado el objeto del veredicto.
La acusada, que solo ha respondido a las preguntas del fiscal, ha contado que Isaac comenzó a pensar en la eutanasia cuando vio el caso de la mujer que murió ayudada por su marido y desde entonces «siempre, todos los días, a mí, que estaba con él las 24 horas, me sacaba el tema». Y ha asegurado, a pesar de que lo que se ha hecho dicho durante la vista, «todos eran conocedores de que él que quería morir».
Cuando tras las elecciones, pese a las expectativas, no se aprobó la ley por una muerte digna, entró en «una depresión brutal», que lo que le llevó incluso a una huelga de hambre. «Quiero morir ya, quiero morir ya, me decía, y eso yo lo aguantaba sola», ha afirmado. Entonces buscaron países en los que la eutanasia estaba legalizada y optaron por Suiza y llegaron a pedir información. Hablaron con los tíos de Isaac de cómo llevarlo, pero cuando les llamaron porque él, tras una crisis, quería ir ya, les contestó: «Yo no me voy a comer ese marrón».
Por eso, acudieron a la Asociación Derecho a Morir Dignamente que les dieron un libreto explicando todos los pasos, pero que les advirtieron de que no lo hicieran en casa porque acudiría un médico y como los que le trataban sabían que querían morir iban a pedir la autopsia. El fármaco que les aconsejaron, fenobarbital, se quedó en la aduana, por lo que compraron otros que le recomendaron en la farmacia, que no necesitaban receta, y los guardaron mes y medio. Hasta el día 1 de diciembre.