Llegó un testigo al estrado: un trabajador del Ajuntament de Palma que hizo de chófer de autoridades. El fiscal, Tomás Herranz la preguntó: «¿Usted sabe por qué le llamaron a declarar en policía?» El testigo respondió: «No lo sé». «No hay más preguntas». La escena sirve de ejemplo a lo que han sido los interrogatorios a los 71 testigos de Fiscalía. Todos ellos habían sido incluidos en la causa por el anterior fiscal, el ahora imputado Miguel Ángel Subirán. Los actuales primero han comprobado qué tenían que decir y si lo que dijeron en instrucción aguantaba. Es muy dudoso que el resultado de esta prueba pueda servir para mantener alguna acusación en firme.
Una semana más de acusaciones
En el 99 por ciento de los casos, cuando la prueba de la Fiscalía ha terminado está todo claro. Aquí la calificación inicial no aguanta el paso de estos testigos, comenzando por el silencio de la inspectora de Blanqueo. Queda una semana para las acusaciones particulares y sus testigos. Después, lo más probable es que haya movimientos de fondo. O eso, o medio año más de juicio.
Sustos por ir al juicio
Los acusados tienen permiso para no acudir al juicio pero casi todos van. No se les ve inquietos. Eso juega malas pasadas. Este martes uno de los testigos se giró y reconoció a dos. Uno era previsible; el otro, no. La cara de susto de su abogado fue antológica.