Le daba igual la hora y si había gente dentro o no en las casas. Él quería robar. Y lo intentó sin parar desde el 19 de junio al 7 de julio del pasado año. Aunque en ocasiones no lo consiguiera. Este jueves, en una sala de lo Penal de Vía Alemania, admitió ante la jueza ser el autor de una oleada de asaltos a viviendas del casco antiguo de Palma. El acusado, que suma una treintena de arrestos, aceptó cinco años y medio de cárcel.
La magistrada tuvo en cuenta las circunstancias atenuantes de toxifrenia y de reparación parcial del año, ya que antes de la vista el procesado, consignó parte de la responsabilidad civil. La voracidad del ladrón confeso se inició la tarde del 19 de junio en una vivienda de La Rambla. Forzó la puerta de una vivienda, cogió un móvil y fue sorprendido por la moradora. Le devolvió el teléfono y salió huyendo. Ese hecho no frenó sus intenciones. Un día más tarde volvió a la carga. Esta vez a unos metros de Cort. Tampoco fue bien.
El 28 de junio optó por intentarlo de madrugada y despertó al inquilino, pero en esta ocasión se marchó con un móvil en la mano. Ni 24 horas más tarde robó una cartera con 640 euros de un domicilio de las inmediaciones del vetusto edificio de Gesa. Y así, aumentando su lista de fechorías, estuvo hasta que fue arrestado por la Policía Nacional de Palma el 8 de julio, horas después de su último asalto. Entre su botín había distintos teléfonos móviles, cámaras de fotos, mochilas y dinero en efectivo. Inicialmente, la Fiscalía pedía para el procesado, de nacionalidad marroquí, diez años de prisión.