La historia de Rayan, el niño de cinco años que lleva dos días atrapado en un pozo de 32 metros en Marruecos, guarda muchas similitudes con el suceso que mantuvo en vilo, hace ahora tres años, a toda España: el rescate contrarreloj del pequeño Julen, que cayó a un pozo de 70 metros en la localidad malagueña de Totalán. A pesar de los esfuerzos de los efectivos desplazados a la zona, que trabajaron día y noche, cuando el equipo de rescate llegó hasta el pequeño, ya había fallecido.
El niño, que estaba con unos familiares en una finca, cayó el 13 de enero de 2019 en un orificio de prospección para buscar agua de pequeño diámetro, pero gran profundidad. Julen corría cerca de sus padres y una familiar vio como el niño caía al pozo. Rápidamente se activó un operativo para rescatarlo formado por 300 personas, con efectivos de distintos cuerpos que trabajaron en el lugar día, tarde y noche sin descanso y haciendo frente a las grandes dificultades técnicas que se iban encontrando.
Desde la caída, se sucedieron todo tipo de infortunios que fueron retrasando el rescate, debido a las complicaciones que los especialistas encontraron sobre el terreno. Después de cavar un túnel vertical, paralelo al que cayó Julen en la finca privada, la Brigada de Salvamento Minero llegada de Asturias inició el rescate. Los mineros picaron manualmente una galería para conectar el túnel con el pozo donde estaba el pequeño.
A pesar de los esfuerzo, la Brigada de Salvamento Minero encontró el cuerpo sin vida del pequeño a la 1.25 horas del sábado 26, tres días después de la caída, en el punto donde se le buscaba, después de cavar manualmente y con gran dificultad los cuatro metros que separaban el pozo donde se encontraba el menor y el túnel paralelo.
La familia de Julen, que ya había perdido otro hijo dos años antes, que apenas se movió del lugar del accidente durante los 13 días de rescate, estuvo arropada por centenares de personas durante el funeral, entre los que se encontraban los bomberos que participaron en el rescate, para despedirlo y arroparles, rompiendo el silencio en el lugar con aplausos.