Efecto llamada. La llegada de los primeros turistas a Punta Ballena ha traído parejo la aparición de traficantes y prostitutas, a la caza de los veraneantes bebidos. Ayer de madrugada, Ultima Hora fue testigo de que en la polémica calle de Magaluf ya pululan clanes nigerianos y rumanos dispuestos a hacer su agosto. En julio.
Punta Ballena, en su segundo fin de semana, sigue a medio gas, aunque cada vez son más los negocios que empiezan a abrir, ahora que la llegada de los ingleses es más contundente. En cualquier caso, la zona sigue lejos de los números del verano de 2019, cuando se juntaban más de 10.000 jóvenes en un tramo de calle relativamente pequeño.
Este pasado sábado, la noche comenzó como casi siempre: españoles, franceses y sobre todo ingleses llegaron poco antes de la medianoche, tras pasar antes por la playa de Magaluf.
Controles en bares
La mayoría de restauradores de la zona volvieron a demostrar profesionalidad y exigieron que los clientes cumplieran con la normativa anti COVID-19. Tampoco se permitía que sacaran las copas a la calle o que los jóvenes fueran sin camiseta.
Pasadas las doce, comenzaron a verse algunos individuos nigerianos sospechosos, que venden pastillas, marihuana y cocaína a los turistas. Algunos, en años anteriores, fueron detenidos por practicar ‘mata león' con algunas de sus víctimas. La técnica consiste en asfixiar al rival rodeándole el cuello con un brazo desde atrás.
También aparecieron prostitutas africanas, que se acercan a los extranjeros cuando detectan que el grado de alcohol está haciendo estragos. No pretenden mantener relaciones con ellos, sino engañarlos para robarles la cartera.
La noche dejó algunas peleas, aunque nada comparable a las batallas de temporadas pasadas, en la época precoronavirus. Tanto la Guardia Civil como la Policía Local montaron un gran dispositivo que evitó que se registraran más incidentes.