Beatriz Z., la madre de las niñas desaparecidas en Tenerife hace más de un mes, ha afirmado este lunes que confía en la vida y en las personas que están poniendo todo de su parte para que sus hijas no queden en el olvido y las reconozcan «vayan a donde vayan, porque esto no es justo».
La madre de las niñas desaparecidas con su padre asegura que seguirá fuerte hasta que las encuentre y las abrace, aunque en la carta que ha hecho pública dirigida a sus hijas admite que siente angustia y que es difícil levantarse cada mañana y no sentirlas a su lado.
«Oli y Anna, ustedes son mis corazones que ahora están lejos, por lo que mi corazón late muy muy muy fuerte para encontrarlas», asevera Beatriz Z., quien sabe que sus hijas sienten su amor y que volverán a estar juntas.
Reconoce que cuando no puede más y sólo piensa en morirse porque no soporta esta angustia piensa en las niñas y, acto seguido, se levanta, coge fuerzas y reza a Dios, al Universo, para que vuelvan de manera inmediata, «como un mantra, una y otra vez».
Sobre Olivia, una niña «muy fuerte y sensible a la vez», ha destacado su capacidad para el karate, deporte del que fue cinturón amarillo con 5 años, y para la hípica.
«Siempre tan valiente... tan llena de entusiasmo y vida», recuerda la madre, quien relata que Olivia tenía muchas ganas de tener a su hermana, de la que siempre dijo que era su protectora.
«Ahora lo pienso y me sorprende... su protectora... los niños tienen un sexto sentido y quizá por algo lo decías», reflexiona la madre, quien reconoce que esto la calma mucho.
Revela en la carta lo bonito que fue recibir «a Annita, nuestro peluchito» como la llamaba Olivia, más aún después de haber perdido a otro hermano con ocho meses de embarazo.
«Una experiencia muy dura y difícil que sobrellevaste de una manera increíble», valora Beatriz Z., quien confía en que Olivia está cuidando de su hermana muy bien y deseando volver a estar juntas lo antes posible.
«Las quiero... con todo mi corazón y alma», concluye la madre, quien le pide a Olivia, su hija mayor, que se lo repita con dulzura al oído a Anna, pues «ella no sabe leer» y solo su hermana puede recordarle el amor incondicional de mamá que las espera siempre.