Paco Pérez sintió nostalgia cuando vació su taquilla roja el pasado 8 de marzo, día de san Juan de Dios, patrón de los bomberos. No solo cerró la taquilla 081. Cerró una etapa. Cerró 36 años, cinco meses y 16 días. A sus 60 años quiere dedicar tiempo a su madre, que se encuentra en una residencia. «Yo ya estaba en segunda actividad por un problema en los oídos, no soporto los sonidos altos», explica el ya exbombero de Palma y responsable de las redes sociales del Cuerpo.
Paco nació en Barcelona, pero llegó a Mallorca cuando era un bebé. Antes de aprobar la oposición de bombero trabajó como peluquero de señoras. «Aquello la verdad es que no me gustaba», reconoce el bombero jubilado. Dejó las tijeras y se presentó a las oposiciones de Policía Local, pero no dio el perfil. «Eso va con el carácter y yo no sirvo para poner multas, perdonaría todas».
Optó por hacerse bombero y a los 23 años accedió al parque de Son Castelló en 1984. Desde entonces ha visto nacer el de s'Arenal, el de sa Teulera, unas dependencias que hubo en San Fernando y el de Son Malferit.
«Todo ha cambiado mucho, sobre todo en el tema de protección individual. En los 80 entrábamos en el fuego prácticamente en mangas de camisa. Nuestros chaquetones buceaban en humo y no se lavaban. Los equipos de respiración los usabas y los volvías a colgar en el camión. Ahora no. La máscara se desmonta y sigue un protocolo de limpieza e higienización».
El exbombero echará de menos las intervenciones en fuegos «de intensidad». «Me gusta la acción, no sé si debe ser adicción a la adrenalina». Paco apunta que los párquines subterráneos son muy peligrosos. «Te estás metiendo en un agujero. El humo no es como en las películas, que están dentro del incendio y están viendo. En la realidad te metes ahí dentro y no ves nada».
Paco, que tiene un máster de community manager, se jubila pero seguirá vinculado a los bomberos de Palma. Continuará actualizando las redes sociales.