Un hombre, de nacionalidad cubana, se enfrenta a una pena de dos años y medio de cárcel por grabar con cámara espía en la vivienda que había compartido con su hermana y su cuñado en la calle Ramón y Cajal de Palma. Según la Fiscalía, escuchaba y veía lo que pasaba en el piso cuando ya no vivía en él.
El imputado, de 32 años, negó ante la jueza haber sacado ningún tipo de provecho de lo registrado. «La instalé porque mi cuñado no se porta bien con mi hermana», explicó. Añadió que el objetivo enfocaba a su habitación y que no registraba audio ni vídeo, sólo tenía un sensor de movimiento que le avisaba si alguien se acercaba a su habitación.
Vigilancia
El acusado explicó que no se fiaba de la pareja de su hermana. «Ellos sabían que esa cámara estaba ahí y era para vigilar mi habitación, nada más. Allí guardaba cosas de valor». Debido a las desavenencias en casa, se vio obligado a abandonarla. Aun así, según la acusación, seguía registrando lo que ocurría.
El cuñado del procesado comentó en el juicio que, gracias a la cámara que escondió en el cajetín telefónico, sabía lo que hablaban en casa él y su pareja, la hermana del imputado. «Me denunció por maltrato y lo que relató sólo lo podía saber si escuchaba nuestras conversaciones», subrayó.
Esa denuncia, según la acusación particular, quedó archivada por falta de pruebas. El perjudicado relató que se topó con el dispositivo por casualidad. Miró en internet qué se podía hacer con él y comprobó que grababa imagen y sonido de varias zonas comunes de la vivienda, entre ellas el salón.
El imputado explicó que tenía buena relación con su hermana y por ello conocía lo que ocurría entre la pareja. Precisamente fue ella, que se negó a declarar en la vista, quien le denunció.
La Fiscalía pide para el hombre dos años y medio de cárcel y el pago de una multa de 5.400 euros por un delito contra la intimidad. Su defensa, la absolución. El juicio quedó visto para sentencia.