La titular del juzgado de Instrucción 2 de Inca ha acordado el archivo de la investigación penal por el accidente aéreo entre un helicóptero y una avioneta en el que murieron siete personas en 2019. La jueza concluye que se produjo un siniestro «fortuito» en el que todos los implicados fallecieron y no cabe atribuir responsabilidad criminal a persona alguna. La magistrada ha decretado el sobreseimiento provisional de la causa con reserva de las acciones civiles que correspondan.
El accidente ocurrió a las 13.36 horas del 25 de agosto, cuando el helicóptero y el ultraligero chocaron en el aire sobre la carretera vieja de Costitx. Las aeronaves cayeron en lugares distintos. El helicóptero, de la empresa Rotorflug, se precipitó sobre la finca rural Ca la Veritat y el ultraligero en el camino Pou d'en Tarí.
El helicóptero Bell 206, pilotado por Cedric Leoni, había despegado a las 10.15 de una finca privada de Manacor y se dirigía hacia Camp de Mar tras haber recogido a una familia alemana formada por un matrimonio y sus dos hijos menores. El ultraligero Aeroprakt A22L, en el que viajaban el piloto Juanjo Vidal y su amigo Gustavo Adolfo Serrano, había salido del aeródromo de Binissalem para realizar un vuelo local y aterrizar en el mismo lugar.
El siniestro, según inspectores de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil del Mnisterio de Fomento, se produjo por un choque frontolateral. Las aeronaves, en el momento del impacto, se encontraban en fase de ruta de sus respectivos vuelos, con trayectorias convergentes. El ultraligero sufrió daños en la parte derecha y el helicóptero en la izquierda.
Un vecino fue el primero en acudir hasta el lugar del accidente e intentó apagar el fuego con una manguera. Los restos del helicóptero y la avioneta cayeron a una distancia de entre 700 y 1.000 metros.
Miguel y Loli estaban en su casa cuando un fuerte estruendo les sobresaltó. Salieron a ver qué había ocurrido y vieron parte de un ultraligero en llamas en el interior de la parcela de su vivienda. «Escuchamos dos explosiones. Al darnos cuenta de lo que era salimos corriendo para apagar las llamas y vimos que había dos personas entre los restos del aparato», contó Loli, temblando, al recordar la imagen del día anterior. Era la mayor tragedia aérea de la historia de Balears.