Miriam trabajaba como fija discontinua en un supermercado de Capdepera desde 2002. Empezó en el establecimiento a los 18 años y «nunca fallaba», ha dicho este lunes en el juicio celebrado en la Audiencia de Palma. «Me gustaba lo que hacía». La mujer ha explicado que su jefe le llamó para pedirle que hiciera más de ocho horas por el mismo sueldo, pero tenía una hija pequeña y lo rechazó.
El 30 de septiembre de 2013 finalizó su contrato, como cada año, y confiaba en que le volverían a llamar, pero no fue así. Miriam demandó a su jefe por despido improcedente y el 10 de febrero de 2016 se realizó el acto de conciliación en el juzgado de lo Social número 2 de Palma. La mujer vio un documento de renuncia laboral con una firma que no era suya. «Cuando lo vi dije que la firma no era mía. Si yo hubiera firmado ese papel no estaría hoy aquí, es de lógica».
El hombre, español de 69 años, ha relatado que su gestoría le preparó un documento de baja voluntaria y ella lo firmó en la oficina del sótano de su supermercado. «Pensaba que lo había hecho bien y miren dónde estoy», ha declarado el acusado ante el tribunal. El empresario ha comentado que la mujer le firmó la baja de forma voluntaria. «En 2013 no la llamé para trabajar la siguiente temporada porque me dijo que había encontrado un empleo fijo».
Un cliente y amigo de la mujer ha recordado por videoconferencia desde Granada que estuvo presente el día que su jefe la llamó para proponerle trabajar dos horas más por el mismo sueldo y ella se negó. Los dos policías que emitieron una pericial relativa a la autenticidad de la firma no pudieron determinar si había sido falsificada. «Es una firma muy sencilla al alcance de cualquiera».
La Fiscalía pide una pena de dos años de cárcel para el hombre por un presunto delito de estafa procesal en grado de tentativa y una multa de 1.620 euros. El juicio ha quedado visto para sentencia.