–Yo le puedo contar cuándo fue la primera vez si usted lo desea, interrumpe Eduardo D., de 79 años, durante el interrogatorio del fiscal en el juicio, este viernes, en la Audiencia de Palma.
El septuagenario se enfrenta a una petición de 47 años y medio de cárcel por violar y grabar a dos sobrinas suyas menores de edad durante dos décadas en Mallorca.
–No, vayamos por partes, responde el representante del ministerio público.
La primera parte habría ocurrido en una zona boscosa del castillo de Bellver en 1987. Eduardo D. mostró sus genitales a las dos niñas. El hombre negó este episodio en el juicio a pesar de que las dos denunciantes lo confirmaron.
La segunda parte se habría producido en el domicilio de Palma del acusado. Eduardo D. enseñaba películas pornográficas a las menores. «Una vez montamos una tienda de campaña en la terraza y me masturbó», relató una de las víctimas entre sollozos por videconferencia. El hombre reconoció que tuvo relaciones sexuales «cuando ella quería» tras cumplir 16 años y que las grababa.
La tercera parte habría sucedido en un apartamento de Santa Ponsa en el que el procesado abusó de ellas «jugando a las enfermeras» y las grababa mientras se tocaban con solo 10 años. «La primera vez que me violó fue allí y, a partir de entonces, ya fue de forma rutinaria».
Eduardo D. grababa las relaciones sexuales con su ahijada y luego se las exhibía. «Lo que más me duele es que siempre va a estar esto y... perdón... que nunca llegaré a estar bien», dijo una de las perjudicadas.
«Me duele no haber tenido una vida normal. Siempre le recriminaré haberme hecho sentir sola y que no confiara en nadie. Lo único que recuerdo de mi infancia y mi adolescencia son las agresiones sexuales de mi tío».
En agosto de 2018, la mujer denunció, junto a su hermana, al hombre que les «robó» la infancia y la adolescencia a lo largo de dos décadas: su tío.
Encuentros sexuales en un barco con un amigo del acusado
Una de las mujeres narró que su tío tenía un barco y le presentó a un amigo, que ya ha fallecido. «Me hizo decirle que tenía 15 años y que era hija de una vecina. El hombre llegó, me dio dos besos y me hizo desnudarme. Me acuerdo del olor de su colonia. Me empezó a tocar y me forzó». Su tío estaba al lado y le grababa mientras le daba instrucciones como si fuera un director de cine porno. Los encuentros con el amigo de su tío ocurrieron en repetidas ocasiones. El acusado admitió los hechos, pero matizó que la menor «lo hacía porque quería».