Agentes de la Policía Nacional detuvieron este lunes a cuatro personas de 40, 41 y 45 años de edad por la comisión de diversos delitos contra la propiedad industrial, blanqueo de capitales, estafa y organización criminal.
Al parecer, dichas personas se han dedicado durante varios años a la venta ilícita de teléfonos móviles que eran réplicas prácticamente exactas a la vista, de diferentes modelos conocidos. Si bien, en realidad se trata de teléfonos de muy baja calidad que imitan el diseño y signos distintivos de esas marcas, según explica la Policía Nacional en un comunicado.
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Los investigados desarrollaron un negocio con gran solvencia, llegando a convertir dicha actividad delictiva en una importante fuente de ingresos
Según se ha podido determinar por los investigadores, dichas personas habrían incluso llegado a constituir una sociedad para encubrir la ilicitud de sus movimientos financieros, aparentando llevar a cabo un actividad totalmente legal de venta de productos electrónicos que les llevó a desembolsar más de 2 millones de euros en sus cuentas bancarias.
Para ello, compraban los terminales telefónicos falsificados en un país, y una vez en su poder, lo distribuían mediante anuncios a través de portales de compraventa en internet e incluso creando sus propias páginas web.
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Además, para incrementar sus ingresos, lograron establecer toda una red de colaboradores en múltiples puntos del territorio nacional que actuaban como intermediarios, consiguiendo más clientes interesados en la compra de los terminales, obteniendo a cambio una comisión. De este modo, se llegaron a materializar cerca de 14.000 envíos a través de diferentes empresas de paquetería.
Engañaban a la gente diciendo que eran baratos porque eran restos de stock, entre otras cosas.
Además, los autores de los hechos no se conformaron simplemente con vender estos teléfonos móviles anunciándolos como imitaciones de marcas de reconocida reputación, sino que, para aumentar sus beneficios, llegaron a ofrecer sus terminales telefónicos como auténticos, justificando los bajos precios mediante el engaño de que estos productos eran restos de stock, atrayendo de este modo a los potenciales clientes.
En base a los precios por los que los modelos originales de estos terminales telefónicos llegan a venderse en el mercado, se estima que, con la actividad delictiva llevada a cabo por los investigados se han podido producir unas pérdidas de unos 10 millones de euros de media a los titulares de las marcas falsificadas.
La investigación policial sigue abierta, no descartándose por parte de los investigadores la práctica de nuevas detenciones por estos hechos delictivos.