María Remedios es una mujer rota de dolor. Católica y ferviente devota, cuenta que el domingo 13 de septiembre vivió una de sus peores pesadillas. Todo sucedió en una iglesia de Mallorca cuando, según la denuncia interpuesta en la Policía Nacional, el rector de la parroquia rompió el secreto de confesión y comenzó a gritarle llamándola «ladrona y delincuente».
Los hechos tuvieron lugar a las 21 horas. La denunciante acudió a misa y una vez finalizada la misma, encendió una vela a una de las imágenes del templo. En ese momento, una de las trabajadoras de la parroquia le recriminó que no había depositado el euro de donativo correspondiente al coste de la vela. La mujer le contestó que, durante la misa, había hecho el donativo en la bandeja. «En ese momento llegó el rector de la parroquia, quien comenzó a gritarme que no podía estar allí porque era una delincuente, una ladrona con antecedentes y que había estado en la cárcel. No dejaba de gritar que en su iglesia no quería a nadie con antecedentes», señala la feligresa.
En su relato policial, la mujer dice que se sintió como una «cucaracha» y muy «humillada» por el comportamiento del párroco y también de la trabajadora de la iglesia. «Si vuelves por aquí voy a subir al altar y contarle a todo el mundo el tipo de persona que eres», añade María Remedios. A partir de ese momento, la feligresa sufrió una crisis nerviosa y fue asistida por personal sanitario. Una vez recuperada físicamente, acudió a la Policía Nacional e interpuso una denuncia. En la misma, la mujer destaca que muchas de las acusaciones que lanzó el sacerdote formaban parte de vivencias personales que ella le había contado previamente bajo secreto de confesión.