Los carteristas detenidos en Palma tenían una ‘facturación' anual de más de 1.600.000 euros. En su particular contabilidad, en los últimos años, la Policía Nacional le atribuye el robo sistemático de más de 12,6 millones de euros. En el marco de la ‘operación Bucarest', el Grupo de Crimen Organizado, se incautó de más de 300 objetos robados, 8 vehículos de alta gama, una gran cantidad de datáfonos bancarios y clonadoras de tarjetas de crédito. Sin duda alguna, nos encontramos ante la mayor red de carteristas de Europa y Estados Unidos. Los 34 detenidos está previsto que pasen a lo largo del día de hoy a disposición judicial, algo que podría llevar algo de retraso por las medidas contra la COVID-19.
Un día antes de realizarse la operación policial, uno de los cabecillas de la trama intentó huir del país y fue detenido en el aeropuerto. Finalmente, el juez lo envió a prisión. La causa está bajo secreto de sumario, pero fuentes próximas al caso sostienen que los integrantes del grupo criminal estaban especializados en el robo de carteras, mochilas, tarjetas de crédito y teléfonos móviles.
Sus principales zonas de actuación y áreas afectadas era la Platja de Palma (residencia mayoritaria del mercado turístico alemán), Catedral, Castell de Bellver, principales líneas de autobús de la EMT (Platja y Aeropuerto), casco antiguo, Port d'Alcúdia, Port de Sóller, Valldemossa y Cala Rajada.
Esta banda, no hace uso de violencia ni intimidación, actúan al despiste con el uso de ‘muletas', objetos y disfraces que disimulan su actividad, utilizando individuos menores de edad consigo. También alternan compinches dentro de un mismo grupo de ladrones y moviéndose rápidamente por todas las zonas de turistas y autocares extranjeros que forman parte de viajes programados y excursiones. Para ello no dudaban en disfrazarse como turistas, mapas y pañuelos para ocultar la introducción de la mano en carteras y mochilas, con seguimiento en coches y conociendo la llegada de los ferrys, horarios de visitas a monumentos y la mayor afluencia de los buses de la EMT. Los ahora detenidos, conseguían botines diarios de hasta 10.000 euros en un sólo golpe. Además, era práctica habitual robar una tarjeta de crédito para usar lo que el límite de la misma le permitía.
Muchos de los integrantes solicitaban ser ciudadanos residentes y pedir el desempleo y recibir ayudas sociales.
El dinero hurtado en los últimos diez años es de 12.5 millones. Acreditados, en el último año hay 1.670.000 euros y cada integrante del grupo criminal se llevaba unos 4.000 euros de media.