De ser un adalid contra las corruptelas, pasó a estar bajo sospecha porque unos clanes gitanos le acusaron de cobrar del narcotráfico. Con el caso ya archivado y él libre de toda sospecha, Toni Cerdá, exjefe de la Policía Judicial, rompe su silencio para Ultima Hora y desgrana, por primera vez, cómo se sucedieron aquellos acontecimientos que le dejaron en la picota. A los pies de los caballos. De cómo un héroe puede convertirse en villano en horas.
Hace dos años que fue acusado. ¿Por qué se decide a hablar ahora?
— Porque ya ha pasado un tiempo y creo que es el momento. Hay un dicho que dice: La ira no tiene que cegarte los ojos ni la razón.
Usted estuvo 45 años en la policía y se jubiló con un currículum inmaculado. Pero en agosto de 2018 se publicó que lo acusaban de cobrar de narcos. ¿Cómo lo vivió?
— Fue un mal sueño, una pesadilla. Yo no sabía nada de esa investigación. Había gente que sí, pero yo no. Fue un golpe muy fuerte para mí y para mi familia. Lo peor es que me enteré por la prensa.
Habiendo sido jefe de la Policía Judicial, ¿ningún excompañero se lo comentó?
— Es que el caso estaba secreto y es lógico que no me lo dijeran. Pero quizás me podrían haber tomado declaración antes. Tuve que esperar dos meses para dar mi versión, se hicieron muy largos.
Desde 2007 fue jefe policial anticorrupción, con Castro, Horrach, Carrau y Subirán. Con UM y el PP, entre otros, fueron implacables. ¿Se consideraban intocables?
— No lo diría así. Trabajaba bajo la dirección de la Fiscalía y daba cuentas a mis superiores. De intocables, cero. Estábamos sujetos a la Ley.
¿A cuántas personas imputaron o detuvieron por corrupción durante esos años?
— No sabría decirle exactamente, quizás más de 300 personas.
Echando la vista atrás, ¿hubo un rodillo policial-judicial?
— No tengo conciencia de haber hecho nada para que se magnificaran las detenciones.
Se jubiló en febrero de 2016.
— Así es, y me fui a mi casa. Un día o dos antes tuvimos una reunión en el juzgado de Instrucción número 12 con Penalva, Carrau, Subirán, compañeros del Grupo de Blanqueo y el nuevo jefe de la Policía Judicial. Pedí si había algo que aclarar o algún tema en el aire para dejarlo atado tras tantos años de investigaciones. Me dijeron: «No, todo está bien».
Pero ya jubilado vuelve al equipo.
— El 10 de octubre de 2017 recibo una llamada en mi casa de Subirán. Me preguntó si iba a la patrona de la Guardia Civil y quedamos para hacer un café en un bar de Palma, cerca de su casa. Recordamos viejos tiempos y en un momento dado me dijo: «¿Puedes ayudarme en un caso?». Me explicó que ‘El Ico' (el hijo de ‘La Paca') había declarado que tenía un artilugio, algo así como un soporte informático, y unos ‘libros' (agendas) y que contenían amenazas que recibió de personas y abogados para retirar sus acusaciones del ‘caso Cursach'.
¿No lo llevó al juzgado?
— No quería llevarlo por miedo porque decía que siempre había periodistas y espías. Subirán me pidió que le hiciera una gestión para conseguir ese pen y esas agendas. Por supuesto, no me lo ordenó ni fue imperativo. Era un favor. Subirán sabía que no le diría que no, después de tantos años juntos. Y eso que tuvimos mil broncas. Yo le advertí que estaba jubilado y que en Jefatura había más gente que podía hacerlo. Pero me contestó: «Tengo plena confianza contigo». No vi nada delictivo, era solo recoger ese artilugio y los libros.
¿Conocía personalmente a ‘El Ico'?
— No, no lo conocía. Sólo a sus familiares. Así que contacté con gente de Son Banya, pero con cuidado porque Subirán me dijo que la gestión la hiciera con mucha discreción. Llegué a ‘El Ico' a través de terceras personas y nos citamos en el párking de Son Llàtzer.
¿Por qué allí?
— Nos venía bien a él y a mí. A las ocho de la tarde aquello es el Born. Yo no me escondía. Nada más verme me pegó dos broncas: «Usted es el que ha jodido a mi madre mucho dinero y joyas» (en una operación en Son Banya). Yo le dije: «Tu madre negó que los millones fueran suyos. Que vaya a Hacienda y los reclame». Luego comentó: «Tengo que matar a una persona, ‘el David'. Es el novio de ‘La Guapi', mi hermana. El hijo puta se ha llevado 300.000 euros de ella que la policía no encontró». Le dije que fuera a la brigada, a hablar con el inspector jefe Toni Suárez, pero no quiso: «Suárez es un cabrón, nos buscó la ruina a la familia. Con él no puedo hablar».
¿De qué más hablaron?
— Me dijo: «¿Me puede dejar 200 o 300 euros para comer?». Yo sabía que era para droga y le dije que no. Le dije a lo que venía, al pen y a las agendas. Salió del coche y se fue a otro. Volvió en 2 o 3 minutos y me dio una especie de boli grabador: «Aquí está todo», me comentó. «¿Sabes cómo funciona?», le pedí. Contestó que sí, que se lo dio su cuñado. Lo encendió para ver si iba bien.
Y usted se lo entregó a Subirán.
— Esa misma noche no, porque ya era tarde. Por la mañana le llamé pronto y me dijo que se lo llevara inmediatamente. Nos vimos. Me explicó que iba a llamar a Blanqueo para que lo mirara y yo le respondí: «¿Quieres que les llame yo?». Así lo hice y les llamé al mediodía. Les dije que el pen venía de ‘El Ico' y que Subirán les llamaría. Me fui contento a casa, la misión se había cumplido.
Pero el artilugio estaba vacío.
— Me enteré ese día, a las ocho de la tarde. El fiscal me llamó y me lo contó. «Vaya putada», añadió. Yo por entonces ya tenía el móvil de ‘El Ico' y le llamé, pero no contestaba. Hablé con su familia, muy enfadado: «Estoy hasta los cojones -les dije-, que venga al mismo sitio que ayer y que traiga los libros». Llegué a Son Llàtzer y me senté en un banco, a la entrada de urgencias. Yo no sabía que la Udyco de la policía tenía pinchado a ‘El Ico' y sabía lo que estaba pasando.
¿Qué le dijo ‘El Ico' al llegar?
— Entró en el coche y yo estaba muy molesto. Él me preguntó: «¿Me puede ayudar el fiscal si me detienen?». Le insistí en los libros y me dijo que se lo había dado ‘El Prestamista'. Al final le dije: «Vete a casa, esto es un cuento». Así fue todo, duró 15 minutos. Yo me fui y hablé al día siguiente con Subirán. Todo parecía un cuento de ‘El Ico'. «Vaya putada nos ha hecho», me dijo el fiscal.
¿Esa gestión fue judicializada?
— Nunca. Subirán aportó el pen a la causa y se archivó. Usted publicó una nota curiosa en su sección de Tinta Roja. A raíz de esto aproveché para ir a ver al jefe superior de Policía, Antonio Jarabo, y le di una explicación. No me dijo que estaba pinchado ni que me habían hecho fotos del encuentro con ‘El Ico'. Me dijo: «Toni, Jefatura no sabía nada». Y yo le repliqué: «Un momento, yo avisé de mi gestión a Blanqueo».
¿Los dos policías que lo investigaron fueron subordinados suyos?
— Sí.
¿A uno de ellos lo expedientó por un accidente muy grave?
— No exactamente. Nosotros intervinimos junto al jefe de sección y se dio cuenta a sus superiores. Ignoro si le abrieron expediente.
¿Y el otro policía era muy amigo del novio de ‘La Guapi'?
— Oí rumores de eso, pero estaba jubilado y no sé si era verdad. De ser así considero que el responsable de la unidad tenía que haber cambiado a los investigadores.
Asuntos Internos lo investigó, pero no los llamó ni el juez ni Jarabo.
— Pedimos soporte documental de por qué Asuntos Internos participó, y no se concedió. Yo era un jubilado, no tenía condición de policía.
La investigación contra usted siguió, hasta que se archivó.
— Sí, llegaron como el Séptimo de Caballería. Sin contemplaciones. Me intervinieron mi teléfono fijo, el móvil, me pusieron un micro en el coche y miraron todas las cuentas de la familia. Hasta las de mis nietas.
¿Le abandonaron sus excompañeros?
— Tengo la sensación que alguno sí.
Subirán le dejó vendido.
— No me esperaba una declaración judicial como la que hizo. A mí me dolió, pero no sé sus motivos.
El fiscal superior, en cambio, le apoyó.
— Nunca pedí a ningún amigo o autoridad que interfirieran por mí, pero las declaraciones de Tomeu Barceló dando la cara por mí las considero un acto muy valiente y lo valoré muchísimo.
¿Por qué ‘El Ico' le acusó de corrupto?
— Yo no lo conocía, como he dicho. Estoy seguro que me acusó para quedarse para sus juergas el dinero que decía que era para mí.
La carrera intachable de una leyenda en la lucha anticorrupción
Toni Cerdá ha sido uno de los policías nacionales más laureados por su brillante carrera. La Guardia Civil, la Policía Local de Palma y distintos estamentos judiciales lo han distinguido por su enorme contribución a la lucha contra la delincuencia y la corrupción.
Dirigió con mano de hierro el Grupo de Estupefacientes y fue jefe en el aeropuerto de Son Sant Joan. Ayudó, por ejemplo, a esclarecer el crimen de dos ciudadanos chinos que aparecieron quemados en Son Banya, en el año 2000. Lo mismo pasó, poco después, con otro homicidio de una anciana en el poblado.
Esa intachable hoja de servicio le supuso varias condecoraciones de la Jefatura, entre ellas la Cruz al mérito policial con distintivo rojo, la máxima que se concede. Investigó a los políticos Jaume Matas y Maria Antònia Munar, y el ‘caso Nóos'. El 3 de febrero de 2016 se jubiló.