En previsión de que la noche se desmadrara, la Guardia Civil y la Policía Local montaron este viernes un contundente dispositivo policial en Magaluf, para evitar juergas que pongan en peligro un rebrote de contagios del coronavirus.
En Punta Ballena, la calle más polémica y que ha sido cerrada por orden del Govern, no había un alma. Y todos los negocios estaban clausurados. El único atisbo de vida llegó a las diez de la noche, en forma de protesta silenciosa, cuando la mayoría de locales encendió las luces.
Cerca de BCM, se acumularon numerosos turistas, a los que los agentes insistieron en que debían llevar la mascarilla y mantener la distancia de seguridad. En general, el comportamiento fue modélico y no se registraron incidentes serios.
Media hora después de la medianoche saltó la alarma cuando un grupo de británico entonó cánticos y lanzó unas sillas, pero la rápida presencia policial los disuadió de seguir molestando. Luego, un ciudadano de color fue detenido porque trapicheaba con drogas, mezclándose entre los turistas. Está previsto que continúe el dispositivo: las bacanales de Magaluf son historia.