Ningún delegado del Gobierno en Baleares ha tenido una llegada tan atípica como la de Aina Calvo (Palma, 1969). Fue nombrada para el cargo en febrero y poco después el país se confinó por la pandemia. Después de tres meses volcada en el coronavirus, concede una entrevista en la que se muestra relativamente optimista aunque advierte que con la reapertura de las fronteras no se debe bajar la guardia: «No puede haber un policía detrás de cada turista para controlar el virus».
¿Cómo vivió aquellos históricos días de marzo?
— Pues con incredulidad, la verdad. No podía creer lo que estaba pasando. Ahora, cuando lo miro en perspectiva, puedo decir que estoy muy agradecida a los compañeros de la Delegación, al coronel de la Guardia Civil y el jefe superior de la Policía Nacional por el trabajo que se hizo.
La población aguantó estoicamente meses de encierro.
— Su comportamiento fue ejemplar. Se portaron muy bien de forma mayoritaria.
¿Iba cada día a la Delegación?
— Siempre. A las nueve de la mañana teníamos una reunión y repasábamos la normativa, que era muy cambiante. Organizábamos el trabajo. Eran unos momentos muy confusos y la Delegación tenía que decir qué se podía hacer y qué no. No podíamos malgastar recursos.
No se entiende el baile de cifras del Gobierno sobre las víctimas.
— Es difícil de entender. Es verdad que la polémica de las cifras se podría haber evitado, desgasta mucho. Si vuelve a ocurrir, y espero que no, nos lo ahorraríamos. Pero el sistema era así y la coordinación entre las comunidades se tiene que afinar. La foto real de lo que ha sucedido la tendremos a final de año, con los datos del Instituto Nacional de Estadística.
¿Cómo valora la gestión de la crisis de Francina Armengol?
— La gestión habla por sí misma. Ha sido muy positiva en contención. Absolutamente satisfactoria y con muy buenos resultados. Aquí tuvimos un doble aislamiento, por el hecho insular.
Tuvieron un aluvión de peticiones de ciudadanos por email y llamadas en la Delegación.
— Fue algo increíble, atendimos 180.000 consultas. Nos hacían todo tipo de preguntas y teníamos que resolverlas en un tiempo récord. La gente, sobre todo, quería saber si podía desplazarse.
La Isla se ha vuelto a abrir a los turistas.
— Abrir es arriesgar y cerrar es morirnos de hambre. Es un dilema complicado. Es incuestionable que hay riesgo de que haya más casos si hay más gente. Por eso digo que esta apertura descansa en la responsabilidad de las personas. La distancia social, la higiene, el trabajo de los empresarios en terrazas y bares... No podemos bajar la guardia. También le diré que no puede haber un policía detrás de cada turista.
Para octubre se habla de un gran rebrote general.
— Es algo que sólo puede decir la comunidad científica, así que hemos de esperar. La experiencia ha demostrado que somos vulnerables y hay que invertir en ciencia y en un sistema sanitario fuerte. Hemos tenido una gran dependencia del mercado asiático para comprar productos de protección. Esos días las compras de los países parecían un zoco. No podemos depender tanto de fuera. Es una reflexión.
¿Qué opina de negacionistas como Trump o Bolsonaro?
— Es inenarrable, me indigna. Al final, son evidencias de liderazgos totalitarios desvinculados de las vidas y de los más vulnerables. Una obcenidad. Incluso Boris Johnson llegó a dudar. La pandemia es una amenaza, pero Trump es un peligro.
Nunca habíamos tenidos dos jefes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional de Baleares de fuera y tan bien relacionados en Madrid.
— El coronel de la Guardia Civil Alejandro Hernández y el jefe superior de Policía Gonzalo Espino no son de aquí, pero se preocupan en mirarlo todo con ojos de aquí. Sólo tengo palabras de agradecimiento para ellos. Tienen peso específico y alta cualificación, son muy profesionales. Y muy empáticos. También le puede decir que entre ellos dos se llevan muy bien. Son de talante muy negociador.
¿Ha vivido ya episodios de piques entre cuerpos policiales?
— La verdad es que no, pero hasta ahora sólo hemos tenido pandemia. Estábamos volcados en ese tema.
Con un segundo en la Delegación como Ramón Morey debe ser todo mucho más fácil.
— Es muy solvente, es cierto. También lo es la abogada del Estado. Tenemos un gran equipo.
Usted fue alcaldesa de Palma, ¿no considera una barbaridad mayúscula que el juez Penalva y el fiscal Subirán quisieron poner bajo sospecha a medio cuartel?
— Obviamente, la inmensa mayoría de los policías locales de Palma son intachables, unos buenos profesionales. Ahora bien, hubo el caso de las oposiciones, los exámenes bajo sospecha, y se identificaron casos puntuales de corrupción. Yo, en la oposición, pedí contundencia. Esas filtraciones en las oposiciones eran un indicio de que algo no funcionaba. Y que algunos se sentían impunes.
Pero de ahí a encarcelar a 28 policías locales señalados por dudosos testigos protegidos...
— Le repito que el sistema debe ser implacable, arrinconar a los que se lo merecen. Pero es cierto que no se puede generalizar, pensar que todos son corruptos es un exceso.
¿La crisis económica disparará la delincuencia en Mallorca?
— Durante el estado de alarma ha bajado la delincuencia. Es obvio. Y la nueva normalidad lleva implícita que suba la delincuencia. Por eso es importante que sigamos con el ingreso mínimo vital, para ayudar a esas personas que en otoño lo puedan estar pasando muy mal. Y es bueno también para la seguridad.
Con la que está cayendo, ¿vendrán los Reyes a veranear?
— No está confirmado o yo al menos no lo sé. Sería una buena noticia que vinieran, como cada año. Nos coloca en una promoción internacional. Que no vengan no nos beneficia. Así que espero que vengan unos días.
Amenazas a periodistas: «Sorpresa y estupor»
Los nuevos wasaps que han salido a la luz de Penalva y Subirán se refieren al redactor de Sucesos de este diario Julio Bastida. El juez escribe que quiere «liarse a tiros con el mamón del periodista» y el exfiscal subraya que su intención es «machacarlo a hostias».
Preguntada sobre estas gravísimas amenazas, la delegada del Gobierno dijo que se encontraba «entre la sorpresa y el estupor y con el deseo de que todo se clarifique». Subirán entregó ya el arma que llevaba, pero Calvo no tiene constancia de que Penalva lo haya hecho.