El periodista de Diario de Mallorca, Kiko Mestre, ha contado este jueves durante su declaración en el juicio por el caso Móviles cómo se desarrolló la incautación de su móvil. «Me dijeron que tenía que entregar mi móvil y que harían un registro en el Diario de Mallorca».
Ha continuado asegurando que pidió que le dejaran llamar a su abogado y a la directora del periódico «pero no me dejaron. A lo mejor podría haberme tirado al suelo con el móvil y enfrentarme a los policías, pero no lo hice. No me planteé otra posibilidad que entregar el móvil. Había un requerimiento judicial y tenía que cumplirlo».
«Yo no entregué con ganas el teléfono móvil. Me sentí muy incómodo con la decisión adoptada por el juez. No había alternativa», ha continuado.
«Cuando entregué el móvil me lo pusieron en modo avión porque había un policía que es especialista en tecnología. No sé qué se ha hecho con mi teléfono móvil», ha destacado.
Sobre el informe del caso Cursach, ha señalado que lo tenía cuando se levantó el secreto. «Lo tenía yo y lo tenía media Palma. Cuando publiqué el informe fiscal del Grupo Cursach el caso no estaba bajo secreto de sumario».
Sobre las consecuencias de esta situación, ha asegurado que le han ocasionado «un daño tremendo a nivel profesional. Llevo toda mi trayectoria dedicada a la información judicial y se han terminado mis fuentes. La gente me ha dejado de llamar y han dejado de ser amigos míos. Ahora mismo estoy en tratamiento médico. Tomo 3 pastillas al día».
«Esta situación ha cambiado mi vida, sobre todo a nivel profesional. El caso ha tenido muchísima trascendencia. Toda la profesión ha salido a la calle para mostrar su solidaridad conmigo pero al final el que sale a la plaza soy yo».
Penalva y Subirán
Mestre ha destacado que no recuerda «haber dicho públicamente que el juez Penalva era mi fuente. No me jactaba de tener acceso al juez y al fiscal. Yo no me he jactado nunca de nada».