Un joven de 28 años ha aceptado este miércoles una condena de nueve años de cárcel por violar y maltratar a su pareja en Llucmajor, así como una medida de alejamiento por 21 años.
En el juicio celebrado en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial, la defensa del acusado y la Fiscalía han llegado a un acuerdo de conformidad por el que el joven ha visto significativamente reducidas las penas que se le pedían. Inicialmente, la acusación pública reclamaba una condena de 34 años de cárcel, porque interpretaba los hechos como dos delitos de agresión sexual por separado.
Finalmente, se ha apreciado unidad de acto en el relato y se ha acusado por un solo delito de agresión sexual, por el que el joven se ha conformado con una condena de nueve años de cárcel. El acusado ha aceptado los términos, aunque al principio ha manifestado, asistido por una intérprete, que no estaba de acuerdo con los hechos que se le imputaban. También ha aceptado un delitos de lesiones en el ámbito familiar.
Además, de la pena de cárcel, las partes también han acordado una medida de alejamiento en favor de la víctima por 21 años, la medida de libertad vigilada durante seis años cuando salga de prisión, una pena de 80 días de trabajos en beneficio de la comunidad, prohibición de tenencia de armas por dos años y una indemnización de 6.750 euros por las lesiones y los daños morales para la víctima.
Los hechos tuvieron lugar en Llucmajor en 2018. El joven, un irlandés de 28 años, mantenía una relación sentimental con la víctima y ambos convivían en el mismo domicilio desde abril.
Según los hechos reconocidos, en agosto, estando ambos en la playa, él creyó que ella había estado mirando a otro hombre, se puso celoso y le dijo «que la iba a castigar y que era su esclava». Así, el hombre obligó a la mujer, con amenazas contra su integridad física, a mantener relaciones sexuales mientras le decía cosas como «eres una puta», o «en el fondo te gusta».
Al día siguiente, la mujer intentó escapar del apartamento pero el hombre se lo impidió y, le volvió a obligar a mantener relaciones sexuales, propinándole golpes en la cara en las extremidades, golpeando su cabeza contra la pared y agarrándola por el cuello, mientras le decía «que le daba igual tener que matarla». Asimismo le tapó la boca con cinta adhesiva.
Según el relato aceptado por las partes, el hombre utilizó diferentes objetos para penetrarla vaginalmente. Cuando él fue a tomar una ducha, ella consiguió escapar, cubierta únicamente con una toalla, y fue auxiliada por un vecino.
Se han apreciado agravantes de género y de parentesco, y también de reincidencia, porque el acusado ya fue condenado por un delito de lesiones.