El perito médico que firma el informe aportado a la causa con el que se quiere acreditar que Ana Julia Quezada se ensañó con el niño de ocho años Gabriel Cruz ha trasladado que la procesada empleó una «violencia intensa y extensa» contra él al quitarle la vida aquella tarde del 27 de febrero de 2018 en la finca familiar de Rodalquilar (Níjar, Almería).
«Hemos aportado pruebas y evidencias de una violencia intensa y extensa», ha dicho a los medios de comunicación el médico internista del SAS Nicasio Marín a las puertas del Palacio de Justicia de Almería una vez ha concluido su pericial, celebrada a puerta cerrada por decisión de la magistrada-presidenta del tribunal de jurado, Alejandra Dodero.
Marín, quien antes de comparecer ante los medios ha sido requerido por uno de los abogados de la acusación particular, ha asegurado que el mecanismo de muerte que describen en su informe los dos forenses del Instituto de Medicina Legal (IML) de Almería «es, probablemente, una banalización» de cómo falleció el menor que no es «ni razonable ni lógica».
«La simplificación del mecanismo de tapar nariz y boca es probablemente una banalización», ha afirmado para añadir que, a su juicio, este extremo «sí produce una victimización adicional». «Esto sí causa una victimización a la pobre madre», ha trasladado en alusión a Patricia Ramírez, de cuya parte ha presentado el informe.
Marín ha indicado que los datos aportados a las siete mujeres y los dos hombres que deben dirimir la culpabilidad o no culpabilidad de Quezada del delito de asesinato con alevosía y ensañamiento -como pide la acusación particular- son el «corazón del asunto» y ha indicado que lo que sucedió aquella tarde en la finca de Rodalquilar son «hechos terribles y de una crueldad antes vista».
El informe aportado a la causa por los médicos Nicasio Marín y Sergio Martínez recoge que Gabriel Cruz «fue golpeado violenta y reiteradamente en la cabeza» y que, como consecuencia de esos golpes, le quedó «un estado confusional primero, estuporoso después, hasta llegar al coma».
«Falleció entre 45 y 90 minutos más tarde, culminando la muerte con una asfixia por sofocación tras colapso de cavidades respiratorias -boca y nariz- sobre un pulmón con una doble lesión inflamatoria».
El informe añade que el niño «podría haber sido reanimado» en aquel «estado semicomatoso» y que, «más tarde, la asfixia por sofocación puso definitivamente fin a su vida».
«La presencia del edema cerebral, así como el distres pulmonar descrito indica que, desde que se inician los gritos, las amenazas, recibe los golpes, el zarandeo, hasta que se obstruyen la boca y la nariz, y finalmente fallece», concluye no sin antes remarcar que «hubo un intervalo mínimo probable de entre 45 y 90 minutos».
La pericial médica se ha producido después de la testifical de los dos forenses que firman el informe del IML y de un histiopatólogo que analizó el contenido gástrico del menor.
El citado informe aportado a la causa por los forenses del Instituto de Medicina Legal (IML), al que ha tenido acceso Europa Press y que han descrito en apenas una hora ante el tribunal, indica que la causa de la muerte fue una «asfixia mecánica por sofocación manual», concretamente según precisa, «una oclusión extrínseca de los orificios respiratorios» y señala que el mecanismo responsable del fallecimiento es «casi exclusivamente la anoxia anóxica».
«La oclusión directa de los orificios respiratorios, debido a la aplicación de una fuerza desproporcionada entre el agresor y la víctima, ha dejado lesiones típicas de este mecanismo de muerte (...) debido a la presión ejercida», traslada para fijar la hora de la muerte del menor entre las 15.30 y las 16.30 horas del día 27.
El informe que han desgranado los forenses ante las siete mujeres y los dos hombres que deben dirimir la culpabilidad o no de Quezada de un delito de asesinato recoge «varios traumatismos sobre la zona craneal» que indican «golpes repetidos sobre una superficie plana como pared o suelo», pudiendo deberse, según subraya, «al propio mecanismo de sofocación en el que cual se aplica una fuerza importante sobre la zona buco-nasal, estando la cabeza apoyada contra dicha superficie plana».