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Una calle de Santa Ponça con imán para los robos

Un vecino muestra la rotura de una cerradura; | Alejandro Sepúlveda

| Santa Ponça |

Los vecinos de la avenida del Golf de Santa Ponça, una de las zonas más exclusivas de este núcleo calvianer, no pueden más. Este verano la mayoría de ellos han sido víctimas de robos de una banda organizada que campa a sus anchas por este sector del litoral mallorquín. «No sabemos ya qué hacer, hay casas en las que han entrado tres o cuatro veces en unas pocas semanas. Nos encontramos abandonados», relata uno de los afectados.

Solo hay un acceso para entrar a la urbanización, que también es el de salida, algo que tendría que dificultar ser objeto de deseo para los ladrones, pero ni esto les frena. «En teoría este hecho tendría que servirnos para estar más protegidos, pero aquí vienen y se van andando a través del campo de golf», explica una de las víctimas.

El modus operandi siempre es el mismo. Acceden a los chalets de madrugada con berbiquís silenciosos que vacían la cerradura, aprovechando que los inquilinos duermen, y se apoderan de todo lo que encuentran de valor a su paso, sobre todo joyas y dinero en metálico. Burlan las cámaras de seguridad y no dejan ni una huella. «En nuestra casa estuvo la Guardia Civil intentando tomar huellas y no encontró nada», lamenta el mismo perjudicado, que apunta a un detalle que le llamó la atención de los ladrones. «En el salón, justo enfrente de la puerta, había varios iPads y distintos aparatos eléctricos de gran valor económico y no tocaron nada de esto. Eso nos lleva a pensar que vienen andando y se llevan lo que pueden portar encima». Este apunte coincide con una de las línea de investigación de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Calvià. La Benemérita cree que tras la oleada de robos en esta zona y otras del municipio se encuentran varias bandas de ladrones.

Otra de las víctimas de los robos explica que a él le sustrajeron 120.000 euros en joyas y dinero en metálico. «Cogieron varios bolsos que teníamos en el salón y los registraron en la puerta de casa y solo se llevaron lo que les interesó», señala. Este vecino ha multiplicado sus medidas de seguridad. «Tenía seis sensores antirrobo en casa y ahora cuento con una treintena. Toda precaución es poca», concluye.

La denuncia de estos vecinos de Santa Ponça se une a las quejas de los residentes de Son Vida, otra zona exclusiva, que también están viviendo hechos similares estas últimas semanas.

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