En lugar del ‘visto para sentencia', el juicio fue cerrado con aplausos. Jueces, funcionarios, fiscales y abogados llenaron la sala para despedir a Eduardo Calderón en su último juicio. Además de aplausos, hubo un brindis por la jubilación, a los 72 años, del magistrado y profesor universitario.
El último acusado: un habitual que había entrado a un convento franciscano para robar. Aceptó dos años y medio de cárcel y se empeñó en pedir perdón. Calderón hizo llamar al monje que tenía que declarar como testigo para que lo escuchara: «Espero que ese perdón sea el final de su carrera delictiva». Ironizó con la fiscal: «Hemos discutido muchas veces, pero hoy se ha portado bien». Tras el peculiar momento, la sala se llenó de compañeros y funcionarios. El juez admitió estar «emocionado».
Calderón terminó su carrera judicial en el Juzgado de lo Penal 7 de Palma. Antes presidió la Sección Segunda de la Audiencia y formó parte de este órgano durante cerca de dos décadas. Provenía de la jurisdicción militar. En el tribunal provincial presidió, entre otros, el juicio del ‘caso Son Banya' o el de ‘Maquillaje'. También fue durante muchos años profesor de Procesal en la UIB. De hecho, buena parte de los abogados de la Isla pasaron por sus clases.
Hace unos días recibió el premio ‘Turno de Oficio' del Colegio de Abogados por su paciencia en los juicios y lealtad con las partes.