Un preso en tercer grado, empleado en una contrata de limpieza de Hondarribia (Gipuzkoa), salvó la vida de una niña de 12 años que se había subido al borde de la muralla de la localidad con la intención, al parecer, de arrojarse al vacío.
Este preso, que cumple condena en régimen abierto en el centro de Martutene, trabaja desde hace treinta años en la misma empresa, que le conservó el puesto cuando fue detenido e ingresado en prisión.
De su puño y letra, en una carta a la que ha tenido acceso Efe, el recluso, que realiza labores de limpieza en horario nocturno en esa localidad guipuzcoana, ha relatado lo que sucedió la noche del 8 al 9 de mayo cuando, junto con otro compañero de trabajo, iba a recoger un contenedor de papel selectivo.
Según su relato, ambos escucharon gritos de una mujer. Cuando se acercaron a ella, esta les señaló a su hija, que se encontraba al borde de la muralla, mientras su madre le decía que pensara en su hermana «y expresiones parecidas».
«Un par de veces -continúa el preso- se ha dado la vuelta, sin hablar, pero con una expresión dura y ojos de ausente. Yo me he asustado porque he percibido que la niña iba a tirarse».
Instintivamente, este recluso se subió a la muralla como pudo, apenas sin luz por donde tenía que escalar, y se acercó poco a poco a la chica «con la intención de hablar con ella y ganar tiempo». Pero cuando estaba a dos metros de ella, la niña le vio. «Yo no quería ser una amenaza para ella y me he retirado un poco intentando tranquilizarla».
Mientras, su compañero ya había subido por el otro lado y se acercaba, gateando, a la niña. Cuando ese operario estaba a apenas un metro de la chica, esta le vio, hizo un gesto de sorpresa y el recluso aprovechó para pedirle que estuviera tranquila.
«En ese medio segundo que llamé la atención de la niña, mi compañero, de forma audaz, saltó y la abrazó por detrás. La niña empezó a forcejear, y como había peligro de que cayeran los dos, los agarré y tiré de ellos hacia mi. La niña cayó al suelo y la arrastramos unos metros para alejarla del borde. La inmovilizamos y llamamos a la Ertzaintza», continúa la carta.
Los agentes de la policía autonómica y los Bomberos, junto con los dos operarios, metieron a la niña en una cápsula para bajarla.
«Tanto la Ertzaintza como la madre de la niña nos agradecieron mucho nuestra actuación. Tengo que admitir que aunque fue un acto impulsivo, por lo menos no fue negligente», concluye el relato.
El recluso y su compañero han sido felicitados por la empresa, que les ha agradecido su «coraje y determinación» de un «acto decidido y admirable».