La Audiencia de Barcelona ha condenado a 70 años de cárcel a Tomás Pardo, conocido como el violador de Martorell, por agredir sexualmente e intentar matar a cuchilladas a una mujer en Castellbisbal (Barcelona) en 2016, durante un permiso penitenciario cuando cumplía condena por un ataque similar de 2002.
En su sentencia, la sección séptima de la Audiencia de Barcelona condena a Pardo, quien admitió íntegramente los hechos de que estaba acusado, a la pena que solicitaba la Fiscalía por los delitos de asesinato en grado de tentativa, agresión sexual y robo con intimidación, y a indemnizar a la víctima con 1,1 millón de euros.
Durante el juicio, el propio violador aceptó la responsabilidad civil de 1,1 millón que le reclamaba la acusación particular, aunque la Audiencia reconoce que el acusado carece que bienes o ingresos para hacer frente a ese pago, por lo que la mujer sólo podrá ser indemnizada si prospera la demanda contenciosa que ha presentado contra la Generalitat por el permiso que concedió a su agresor.
Tomás Pardo secuestró, violó e intentó matar a cuchilladas a la víctima, el último de los tres días del permiso penitenciario que la Generalitat le concedió en octubre de 2016 cuando cumplía condena por un ataque similar perpetrado en 2002, un suceso que reabrió el debate sobre la rehabilitación de los agresores sexuales reincidentes.
De hecho, el Departamento de Justicia concedió el permiso a Pardo -que el juzgado de vigilancia penitenciaria revocó en tres ocasiones hasta que la Audiencia le dio luz verde- por haber superado con éxito el tratamiento de rehabilitación de agresores sexuales que siguió en prisión y sin que las salidas puntuales previas que se le autorizaron hubieran resultado problemáticas.
La sentencia, que no es firme, fija en 30 años el tiempo máximo que Pardo permanecerá en prisión para cumplir la condena por esta violación y le prohíbe acercarse a la víctima durante un período de 95 años.
Según la Audiencia, Pardo, que fue detenido el 31 de octubre de 2016 a raíz de una llamada de emergencia que logró enviar la víctima tras quedar malherida, abordó a la mujer, a punta de navaja, la mañana del 29 de octubre de 2016 cuando acababa de introducirse en un vehículo en Igualada (Barcelona).
El procesado obligó a la mujer a conducir 53 kilómetros hasta llegar a una zona boscosa de Castellbisbal (Barcelona), donde la violó repetidamente y le hizo entregarle las llaves de su coche y facilitarle el número PIN de su tarjeta bancaria, con el que un sobrino suyo extrajo después 1.000 euros.
Posteriormente, la llevó hasta un barranco junto al Torrent Bo, donde tras acuchillarla hasta en siete ocasiones, con el fin de acabar con su vida, la arrojó al vacío desde una altura de cinco metros y la tapó con ramas y con tierra para evitar que su cadáver fuera encontrado.
El juicio por este ataque se celebró a puerta cerrada, a petición de la víctima, como medida para «proteger su intimidad».