Se llamaba Ana, tenía 39 años, había nacido en Polonia y trabajó de camarera en Santa Ponça años atrás. Esto es lo que saben los vecinos de una finca de Es Pil·larí, en Palma, que los últimos cuatro meses asistieron al deterioro imparable de la indigente, a la que encontraron muerta en el rellano de la duodécima planta, donde decidió pasar los últimos días de su vida.
Hace unos días denunciaron ante la Policía Nacional la falta de atención que se le ha brindado por parte de las instituciones a la fémina en sus últimas semanas de vida. La mujer se instaló en la zona hace unos cuatro meses. Rubia, de ojos azules, y con acento de Europa del Este, rápidamente se ganó el aprecio de los vecinos, que no dudaron en prestarle su ayuda.
La Cruz Roja recibió el aviso de los residentes, que en enero asistió a la mujer. Se le recomendó que se internara en un centro de ayuda para gente sin recursos, pero ella se negó. Era tarde. Ya había decidido cuál iba a ser su suerte. Según relatan los vecinos, su deterioro era imparable y se esperaba su trágico final, más teniendo en cuenta el desamparo con el que se toparon a la hora de denunciar la situación de la mujer.
Un vecino relata a Ultima Hora que la indigente se negaba a recibir comida y agua de la gente. «Decía que estaba envenenada. Un día para mostrarle que estaba equivocada compartí un bocadillo con ella», explica. Con el paso del tiempo, y la llegada del frío, optó por entrar en el portal del edificio en el que se había instalado a las puertas. Eligió el piso número 12 para hacer su vida. Tenía mantas y todo tipo de enseres para intentar hacer más amena su estancia allí. Preguntada por si tenía familia siempre decía que no, que se encontraba sola en Mallorca desde hacía años. Ahí tampoco encontraron los vecinos ninguna pista de dónde localizar a algún pariente o amigo de Ana. La semana pasada su deterioro físico ya era alarmante.
La denuncia interpuesta en el juzgado no obtuvo el resultado esperado. Ana murió sola y parece que ella lo decidió así. En el rellano de la planta número 12 de un edificio de Es Pil·larí. Los que fueron sus vecinos lamentan la pasividad de los organismos públicos ante un caso como este.