Aterrizaje de emergencias en un aeropuerto portugués el 1 de enero. Un turista británico borracho obligó a que el piloto de un vuelo con destino a Tenerife tuviera que realizar un aterrizaje de emergencia.
El avión despegó de Eindhoven y, durante el vuelo, el pasajero no cesó de increpar y molestar a otros viajeros y a la tripulación de cabina. La situación empeoró tanto que el piloto solicitó ayuda entre los pasajeros para tratar de controlarlo, después aterrizó en un aeropuerto de Portugal.
Una vez en tierra, el pasajero borracho fue expulsado del avión, ante el aplauso del resto de los viajeros, y el vuelo pudo continuar sin más inconvenientes hasta su destino.