El autor confeso de la muerte de Diana Quer, José Enrique Abuín Gey, El Chicle, ha participado hoy en la reconstrucción de los hechos ocurridos en la madrugada del 22 de agosto de 2016, en relación con la desaparición y muerte de la joven, en la que se han detectado «muchas contradicciones».
El investigado, acompañado por su letrada, los investigadores, el juez y los abogados de la acusación ha participado en la diligencia desde las 10.25 horas hasta las 16.30 horas, en una jornada en la que se ha dejado ver dando numerosas explicaciones.
Abuín llegó a las dependencias judiciales de Ribeira entre gran expectación mediática escondido tras la capucha de una sudadera negra con la que no se le ha visto durante el transcurso del resto de la jornada, en la que ha estado ataviado con una camiseta blanca.
La primera parada de la reconstrucción ha sido en A Pobra do Caramiñal (A Coruña), donde Abuín sostuvo que la joven madrileña lo sorprendió de manera fortuita cuando él estaba tratando de robar gasóleo en las caravanas de los feriantes que habían acudido a las fiestas del pueblo que se celebraban esa semana.
Ante este descubrimiento, supuestamente él la «asfixió involuntariamente», tal y como declaró ante el juez el pasado 4 de mayo.
Durante la reconstrucción -una prueba solicitada por la Fiscalía y la acusación particular- se ha visto a Abuín cargar varios bidones de gasóleo, tal y como según su declaración estaba haciendo en el momento en el que Quer apareció.
También representó cómo cargó a la joven en la parte de atrás de un vehículo, un coche Alfa Romeo gris, como el que tiene en propiedad.
Sin embargo, esta hipótesis no es creíble para la acusación ya que según el abogado que representa a la familia de Diana Quer, Ricardo Pérez Lama, es «obvio» que Diana no tuvo que pasar por aquel punto para volver a su casa desde el punto en el que había estado.
Después de casi dos horas en este punto, la comitiva judicial se dirigió a la fábrica abandonada de Asados, en Rianxo (A Coruña), en la que apareció el cadáver el pasado 31 de diciembre.
A lo largo de los aproximadamente quince kilómetros que separan dos puntos, pasaron por el puente de Taragoña, desde donde Abuín reconoció tirar el teléfono móvil de la joven madrileña.
Tras ese punto, el recorrido se hizo por carreteras secundarias siguiendo los pasos que según la declaración del autor confeso del crimen realizó la noche de autos.
Posteriormente, llegaron a la nave industrial de Asados donde el cuerpo de Diana Quer fue hallado en un depósito de agua atado con ladrillos y, de hecho, los investigadores para la reconstrucción contaban con una larga cuerda de color blanco que llevaron a este punto, donde han pasado casi dos horas.
A continuación, Enrique Abuín los guio hasta su casa situada en la parroquia de Outeiro, para después continuar hasta un establecimiento en el Ayuntamiento de Padrón (A Coruña) en el que supuestamente se deshizo de elementos que no aparecieron al encontrar el cadáver.
Presumiblemente se trata de la ropa de la joven, puesto que apareció completamente desnuda, lo que para la familia de la fallecida demuestra que el móvil que llevó al crimen era el sexual.
De hecho, Abuín será procesado por supuestos delitos de homicidio o asesinato, detención ilegal y contra la libertad sexual.
Para el letrado que representa a la familia Quer, la prueba realizada hoy «revela que ha mentido» puesto que en su relato ha habido «muchas contradicciones». «Las vueltas turísticas están muy bien pero no coinciden con la realidad», ha zanjado Pérez Lama que ha detectado «múltiples contradicciones que revelan que no está diciendo la verdad».
De este modo, la instrucción de este caso encara su recta final después de haber vivido uno de los momentos más delicados en la jornada de hoy después de que la madre de Diana Quer, Diana López-Pinel, haya querido acercarse a la reconstrucción para ver de cerca al supuesto asesino de su hija.
Diana López-Pinel estaba esta mañana junto a la hermana pequeña de Diana Quer, Valeria, en su domicilio de A Pobra, desde donde ha intentado acercarse a la reconstrucción, aunque no se lo han permitido, y la ha observado en la distancia. «Tener tan cerca al asesino de mi hija es muy duro», ha comentado a los periodistas antes de reconocer que tanto ella como su hija Valeria están «mal». Ambas han roto a llorar al recordar el último lugar en el que vieron con vida a la joven Diana Quer.