¿Cuántos son los náufragos que navegan a la deriva por el Mediterráneo que quiere salvar Pedro Sánchez, jaleado, entre otros, por la presidenta del Govern, Francina Armengol? ¿629? Pué Sumen a esos 629 cinco más: María Santiago Flores, de 36 años, separada con tres hijos a su cargo: María, Diego y Ramón, de 17, 16 y 11 años, respectivas, y el hijo de María, un niño de 8 meses. No andan a la deriva por el Mediterráneo, pero son náufragos que necesitan rescate urgente. ¿Por qué? Vean: María, que es gitana, sus hijos y su nieto, viven desde hace nueve años en un paralelepípedo de unos 12 metros cuadrados de superficie en un descampado del Molinar, sito a la vera del Es Rotlet, que en verano se convierte en un horno y en invierno en un frigorífico, y que cuando llueve se les cuela el agua por todas partes.
Además de eso, han de convivir con bichos, cucarachas sobre todo. Y como no tienen agua, y han de lavarse y lavar la ropa, la tienen que buscar con garrafas, agua que al desaguar va a parar a una charca que se ha hecho en frente que por las noches han de vaciar, porque, si no, se les llena de mosquitos. María cobra 690 euros, con los cuales han de comer todos (cinco bocas; una de ellas, de un infante que entre leche, pañales, potitos, papillas, etc., se lleva la mitad ), vestir, calzar, comprar comida… Y al igual que los náufragos del barco, hay días que no les alcanza, que no ven cómo salir de donde se encuentran. Pero viendo que ningún político, ansioso por ganarse el Nobel de la Concordia por la vía de la solidaridad, se fija en ellos, vamos, que ni saben que existen, siguen remando. No les queda otro remedio.
Uno de los hijos es minusválido, padece esquizofrenia y tiene un trastorno compulsivo. Y al igual que los otros, va a colegio. Vamos, que María tiene a sus hijos escolarizados. Pero hay uno que requiere mayor atención que los otros.
Como el espacio es pequeño, han de dormir en dos camas y, el niño, en una pequeña cuna que descubres entre montones de ropa que, a falta de armario, se apila por todas partes.
María ha pedido al IBAVI una vivienda digna. Se conformaría con la que les van a dar a los náufragos del barco. Pero el IBAVI le dice que hay gente más necesitada que ella y no se la da. «¿Y sabe lo que más me duele? Pues que desde aquí –señala hacia adelante– veo las casas que el IBAVI tiene en el Molinar, muchas ocupadas tras haberle dado una patada a la puerta. ¿Por qué el IBAVI o quien mande –pregunta–, no las recupera y las da a quienes las necesitamos?».
María y su familia, que vive en esa vivienda, está empadronada y lo está donde esa vivienda: calle Víquet, 11, el Molinar. ¿Cómo es posible que el Ajuntament la empadrone en un lugar que no existe? Y la triste, que los terrenos donde está la vivienda de María van a ser edificados, por lo cual la echarán de ellos. Y entonces, ¿quién los salvará del naufragio…? Porque con tres hijos y un nieto y sin salvavidas ni nada a qué agarrarse, seguro que se ahogan. María y su familia son un ejemplo de otros muchos náufragos que tenemos en esta tierra, que no tienen nada, que se ahogan un poquito más cada día, y que sin embargo nadie acude a su rescate.