J.M.C.G., un hombre de 51 años que en noviembre de 2016 estranguló a su mujer en el barrio de Son Cotoner en Palma, ha asegurado en su intervención en el último turno de palabra que se declara «culpable pero consciente de ello no».
Así, ha remarcado que tiene que «pagar» por lo que ha hecho pero que se ratifica en que «no era consciente de lo que estaba pasando». «Es muy difícil de entender», ha dicho para luego añadir que pide «disculpas a la familia» aunque sabe que «no serán aceptadas».
En esta última sesión del juicio, que ha tenido lugar este jueves, el Ministerio Fiscal ha anunciado que mantiene su petición de 25 años de cárcel. Asimismo, ha cambiado su petición respecto a la indemnización, que pasa a 80.000 euros para cada uno de los cinco hijos de la víctima y ha modificado en varios detalles el relato de los hechos. Así, antes consideraba que, tras los primeros golpes, la víctima podría haber recuperado la conciencia e intentado escapara, pero ahora no.
De esta manera, considera que la víctima quedó inconsciente tras ser golpeada con una tetera de hierro forjado. El agresor la llevó un rato en volandas y, cuando se cansó, la llevó hasta el baño, donde la estranguló con sus manos hasta que la asfixió.
Por su parte, el abogado defensor, que inicialmente pedía la absolución o que se considerase un homicidio penado con siete años de prisión; ahora pide que, si se considera asesinato, se le imponga una pena de diez años y no de 25, como pide el Ministerio Fiscal.
En este sentido, el letrado pide que se tenga en cuenta que su cliente estaba enajenado, que ha reparado el daño y que confesó los hechos «a cuatro policías». Así, ha defendido que aunque «no se puede ir de rositas», ya que, según él, es un «homicidio» y no un asesinato porque se encontraba «en estado depresivo y tenía ideas que no eran reales».
Sin embargo, la representante del Ministerio Fiscal, Amparo González, que, cree que «no hay ensañamiento pero sí alevosía», descarta que haya habido «colaboración ni reparación del daño» por parte del acusado ya que la suya fue «una confesión forzada al haber sido pillado» y no mostró arrepentimiento. Respecto a la reparación del daño, asegura que no existe y que «en ningún momento ofreció sus casas como pago».
Así, ha remarcado que ha intentado entorpecer la investigación y que en lo «único que colaboró, o mejor dicho, anticolaboró» fue para facilitar a la Policía el hallazgo una carta que le serviría para justificar sus «delirios» de cara a una «posible defensa».
Además, la fiscal ha señalado que el hombre «no estaba deprimido, sino molesto» porque su recién matrimonio con la víctima «no era como él había previsto». «Es maquiavélico a más no poder e, incluso, ha sido capaz de engañar al psiquiatra propuesto por su defensa», ha dicho.
El abogado de los cinco hijos, Octavio Couto, por su lado, sí considera que hay «ensañamiento» porque, además de las seis heridas contusas, que corresponderían a los golpes de la tetera, presentaba diez golpes más en la cara. «Las únicas lesiones del agresor --sin contar las lesiones para simular el suicidio-- son heridas en los nudillos y dos pequeños arañazos», ha explicado.
Los médicos forenses que intervinieron en el caso detectaron, en el momento de la autopsia, alrededor de 26 lesiones. La víctima también presentaba la fractura de dos vértebras, cuando se golpeó contra el videt y las marcas del estrangulamiento, que finalmente le causaron la muerte.
Respecto al intento de suicidio del agresor, los forenses concluyeron que era «un montaje», tal como ha recordado Couto.
La Abogacía de la Comunidad ha manifestado que el acusado se ha mostrado durante los cuatro días que ha durado el juicio «ausente e inexpresivo». «Ha querido ocultar detalles y ha jugado a la confusión por lo que merece una respuesta contundente de la justicia», ha dicho.