Un robo casi perfecto. Los tres asaltantes que entraron en las oficinas de Cursach en 2014 vestían ropa deportiva oscura, guantes negros y un gorro. Utilizaron mazas, un hacha, un pico, una sierra, un martillo eléctrico, una radial, brocas y discos de corte. Hicieron tres butrones y se apoderaron de 356.653 euros. Pero cometieron un fallo. Abandonaron las herramientas en las instalaciones del magnate, en el polígono de Son Valentí. La Policía Nacional investigó su procedencia e interceptó a uno de los implicados, que fue enjuiciado el pasado octubre en Palma.
El titular del juzgado de lo Penal 7, Eduardo Calderón, ha condenado al único acusado a tres años de cárcel y a indemnizar al Grupo Cursach con 356.653 euros por el dinero robado y 7.640 por los desperfectos ocasionados. El juez considera acreditado que el sospechoso, de 50 años y nacionalidad serbia, fue el autor del asalto ocurrido la mañana del 14 de diciembre de 2014. Los asaltantes eran expertos. Cortaron la valla perimetral del recinto hasta llegar a una puerta de emergencia. La forzaron y accedieron al interior de las oficinas. Una vez dentro, sellaron con cinta adhesiva las puertas de cristal y los sensores de humo para evitar que se activara la alarma de seguridad.
Los ladrones avanzaron hasta llegar a la cocina, donde efectuaron un primer butrón en una de las paredes que les dio paso a un pequeño cuarto. Allí hicieron otro boquete para acceder hasta los despachos, colindantes a la cámara acorazada, donde realizaron un tercer agujero. Emplearon una maza y numerosas herramientas para fracturar la cámara acorazada y la caja de seguridad donde se encontraba guardado el dinero.
La Policía Nacional investigó el origen de las herramientas que los asaltantes dejaron en las oficinas de Cursach. Los agentes revisaron las imágenes de las cámaras de seguridad y comprobaron que el encausado las adquirió, los días 1 y 12 de diciembre, en tres establecimientos de la Isla.
Los investigadores difundieron las imágenes del sospechoso a la Policía Nacional de toda España. La Unidad de Drogas y Crimen Organizado de Barcelona lo reconoció como un viejo conocido, investigado como cabecilla de una banda dedicada a importantes robos a través de butrones.
El butronero de las oficinas de Cursach cometió un robo «perfectamente organizado», subraya el juez en su sentencia. El asalto estaba estudiado. Con «exquisito cuidado de no dejar rastro».