Una joven que presuntamente fue víctima de abusos sexuales por parte de su jefe a finales de 2014 y principios de 2015 ha manifestado en el juicio que, en aquel momento, tuvo que pensar «si compensaba aguantar un rato para poder estar tranquila las siete horas restantes de mi jornada laboral».
Así lo ha relatado Raquel G.S. ante la Audiencia Provincial durante la primera sesión del juicio contra Héctor P.B., un hombre acusado de abusar sexualmente de su empleada, aprovechándose de su cargo, hasta en cuatro ocasiones, entre septiembre de 2014 y enero de 2015, hechos por los que el Ministerio Fiscal pide para él ocho años de condena.
La víctima ha declarado tras un biombo que lo separaba del presunto autor y ha relatado que el 14 de septiembre de 2014 tuvo lugar el primer episodio de abuso, aunque el acoso había sido anterior. En aquel tiempo, Raquel trabajaba de peón para Héctor, capataz de una empresa de limpieza viaria de Leganés (Madrid).
Más tarde, el 30 de noviembre, cuando Héctor la llevaba desde el cantón principal hasta el lugar de trabajo de los dos, él se detuvo entre dos contenedores para obligarla a practicarle una felación.
En este momento del relato, Raquel ha explicado que procedió a efectuarla porque, además de estar inmovilizada por el hombre, ella llegó a pensar que, a esas alturas, tenía que considerar «si compensaba aguantar un rato para poder estar tranquila las siete horas restantes de mi jornada laboral».
El 25 de enero de 2015 se produjo otro episodio más de abuso, esta vez con tocamientos, según la víctima, que lo ha descrito como «el peor momento» de su vida.
El acusado, antes de este relato de la víctima, se ha declarado inocente y ha negado uno a uno todos los hechos, señalando que la denuncia de la joven se debe a la rivalidad que tiene con el padre de ella, que también es capataz de la empresa y competían en el momento de los hechos por un ascenso.
Raquel, según ha contado hoy, comenzó un tratamiento psicológico y psiquiátrico a partir de los hechos, que ha culminado con su ingreso en un centro de tratamiento de trastornos alimenticios en Ciudad Real, en el que continúa a día de hoy. Según han añadido ella, su padre y una amiga nunca antes había recibido esta clase de atención.
También ha declarado una instructora que pertenece al centro de trabajo de la empresa que se encarga de realizar investigaciones ante una denuncia de abusos y ha informado al tribunal de que, después de hacer las correspondientes diligencias en este caso, ella no pudo dar por probado que hubiera ningún abuso.
Eso sí, ha recordado, a preguntas de la acusación particular, que cuando se entrevistó con Héctor, él «se derrumbó» y le dijo que había habido «una relación» entre ambos, pero que se trató de «cuatro besos y una carantoñas».
El juicio continuará con las pruebas periciales, consistentes en este caso en los informes de los médicos y psicólogos forenses que atendieron a Raquel después de los hechos.