La Audiencia Provincial de Almería ha condenado a penas que suman 16 años y nueve meses de prisión a un maltratador con varias condenas en firme por agredir a sus tres hijos y abusar sexualmente de ellos «aprovechando la ausencia por motivos laborales» de la madre y el «miedo que ella le profesaba, lo que le impedía reaccionar».
La sentencia considera a J.C.I.G. autor de tres delitos continuados de abusos sexuales a menores y otro de violencia habitual en el ámbito familiar y le impone, al margen de las penas privativa de libertad, una medida de libertad vigilada y la inhabilitación para el ejercicio de los derechos de patria potestad durante seis años.
El tribunal le absuelve, no obstante, del delito de lesiones en el ámbito familiar y fija un máximo de cumplimiento de condena de 15 años. Al tiempo, le obliga a indemnizar a cada uno de sus tres hijos con la cuantía de 5.000 euros por los daños morales causados.
El fallo, recurrido en casación por la defensa ante el Tribunal Supremo (TS), recoge que mantuvo con los niños en los «años de convivencia» una relación «conflictiva, marcada por su actuación dominadora y por castigos desproporcionados por motivos intranscendentes». Así, solía dirigirse a sus hijos, dos niñas y un niño, «de forma despectiva y ofensiva, llegando a agredirles físicamente e incluso, a abusar sexualmente» de ellos.
El tribunal señala que este hombre., condenado a prisión anteriormente por lesiones en el ámbito familiar, amenazas y por quebrantamiento de condena y procesado por malos tratos en el ámbito de la violencia contra la mujer, perpetraba los hechos bien «aprovechando la ausencia de la madre por motivos laborales» mientras que, en caso de los castigos y agresiones, lo hacía «en su presencia aunque a ella le impedía reaccionar el miedo que profesaba al acusado por la actitud igualmente agresiva que mantenía con ella».
En el caso de la hija mayor era «frecuente el trato despectivo y agresivo» con «numerosos insultos» y «aprovechaba el conflicto para imponerle castigos» humillantes u «obligarle a pelearse con sus hermanos» al margen de someterla a abusos continuados de índole sexual.
Condenado también en dos ocasiones por agredir a su hijo, también se dirigía presuntamente de forma habitual a este de «forma despectiva y insultante» y le obligaba a pelear a sus hermanas. El Ministerio Público concreta que, en una ocasión, intentó abusar de él pero como se encerró en el baño, «le golpeó y le dijo que le iba a matar». Por último, a la menor de los hermanos le obligaba a darle «besos en la boca diciéndole que si no lo hacía, le pegaba».
Como consecuencia de estos hechos, las víctimas sufren sintomatología ansioso-depresiva importante, baja autoestima e inadaptación personal, social y escolar y precisan de tratamiento psicológico para evitar la cronificación de los síntomas referidos.
El tribunal rechaza que exista «las más mínima prueba objetiva» del trastorno bipolar que alegó la defensa ni «un solo dato objetivo» de que actuase bajo los efectos de la ingesta de bebidas alcohólicas. «Si bien tanto los testigos como la esposa y los hijos coincidieron en que este bebía con frecuencia, los menores puntualizaron que los malos tratos y los abusos sexuales de los que fueron víctimas se perpetraban tanto cuando su padre estaba ebrio como cuando estaba completamente sobrio», concluye para añadir que los forenses tampoco apreciaron «signos de alcoholismo crónico».