Una ciudadana suiza acusada de degollar a su bebé en un hospital de Torrevieja (Alicante) mientras se encontraba detenida tras huir con él de su país ha reconocido este lunes los hechos y ha aceptado ser condenada a 11 años de cárcel.
La fiscalía, la acusación particular y la defensa han alcanzado un acuerdo previo al juicio con jurado que ha comenzado en Elche por el que se aplica a Katharina Katit-Stäheli la eximente incompleta de alteración mental.
El ministerio público solicitaba inicialmente para ella 17 años de cárcel por un delito de asesinato con la agravante de parentesco, pero ha rebajado esa petición en 6 años por el trastorno adaptativo de personalidad que padece.
Los hechos ocurrieron durante la Nochebuena de 2013, cuando la mujer huyó con su bebé, Dylan Katit, de 10 meses, del hospital de Zúrich (Suiza) donde se hallaba ingresado a causa de la hidrocefalia con la que había nacido.
Las autoridades de ese cantón helvético retiraron a la madre la custodia del menor para proporcionarle los cuidados médicos que precisaba, pues ella era contraria a la medicina convencional y abogaba por la medicina natural y alternativa.
Tras su fuga, Suiza emitió una orden internacional de busca y captura contra ella y la Guardia Civil la localizó el 22 de enero de 2014 en un centro comercial de Torrevieja, la detuvo y la llevó a un hospital de la ciudad para que el bebé fuera examinado por los médicos.
Al día siguiente, mientras la mujer se hallaba bajo custodia de dos guardias civiles en una habitación del centro médico, antes de ser puesta a disposición de la Audiencia Nacional para su extradición, pidió permiso a los agentes para dar un baño al niño.
A continuación, tal y como ella misma ha reconocido este lunes, desvistió al pequeño, sacó un cuchillo que llevaba oculto en el bolso, le degolló y se lo clavó después a sí misma en el cuello para intentar suicidarse.
Un psiquiatra ha determinado que la acusada sufría un trastorno adaptativo de la personalidad que influyó en su voluntad y le impidió ver «otra salida» que no fuera matar al bebé, según ha explicado la fiscal del caso al jurado.
La parricida confesa ha declarado que no recuerda bien lo sucedido en la habitación del hospital, pero ha atribuido el asesinato a su temor de que los médicos le quitaran al niño para «experimentar con él».
En esta línea, ha admitido que ella es partidaria de la homeopatía y las medicinas hindú y china, entre otros motivos por las malas experiencias que había tenido en el pasado con la medicina convencional.
De hecho, Katharina Katit-Stäheli culpa de la grave malformación con la que nació su bebé a un tratamiento al que ella fue sometida por una infección bucal mientras estaba embarazada sin saberlo.
«Al final tuve que irme del hospital porque me decían que tenían que hacerme un trasplante de piel, que podía morirme, y todo eran mentiras. Al día siguiente ya estaba bien y me curé a mí misma con medicina alternativa», ha relatado.
Sobre su bebé, ha explicado que aceptó en un primer momento que se le implantara una válvula en la cabeza, pero luego descubrió que los médicos querían seguir haciéndole pruebas como resonancias magnéticas, aunque él «no tenía ningún síntoma, hablaba y estaba bien».
Por esa razón decidió huir del hospital de Zúrich con Dylan y utilizó el coche de su padre para viajar a España, donde estuvo viviendo en distintas ciudades para dificultar su localización, hasta que fue capturada en Torrevieja.
Al término de esta primera sesión del juicio, su abogado, Juan Moreno, ha expresado su confianza en que Katharina Katit-Stäheli, que está en prisión provisional desde su detención, pueda comenzar a disfrutar de permisos penitenciarios en breve, como paso previo a la obtención del tercer grado y a la posibilidad de cumplir el resto de la condena en Suiza.